Inconexus (y II)

¿Por qué culpas al espejo si no te gusta lo que ves?

Llegaste a mí para ponerle música a la puesta de sol y calor a la oscuridad de la noche.

Me llenas de tanto bien que me hace mal.

Cada palabra tuya es un sutil puñal que desgarra el silencio de mi mente.

Deja escapar los recuerdos que dejaste sobre mi piel y mis labios.

La vida es larga y dura… ¡¡Chúpame la vida!!

Inconexus

Es en la brevedad de tus labios donde encontraría mi descanso eterno.

No hay nada más injusto que la vida.

Es ante las puertas de la muerte cuando te asedia del miedo a lo inevitable.

En mi alma resuenan las tristes notas finales del vals que pudo ser.

En estado de sublimación de sólido maleable a gas volátil, así que piénsatelo antes de jugar con un mechero.

Honoris Causa en Ingeniería Emocional.

Bienaventurado yo, porque no soy como tú.