Tienes que entender y aceptar que en ocasiones tal vez no seas la persona más adecuada para según qué cosas.
No confundas una jugada ganadora con ganar la partida; en algunos juegos la habilidad más importante es la paciencia.
La virtud está en saber reconocer cuándo una pieza es tan importante que, si la situación lo requiere, tengas que sacrificarla y seas capaz de hacerlo.
Sobre aquella colina decidí hacer un trato
porque mi cuerpo quería vivir cerca del mar.
Y con la sensación abrumadora del instante
en realidad no sentía ninguna otra emoción.
Creo recordar que me lo dijiste aquella vez:
"este momento es el momento, y no habrá otro igual,
y no hay nada más que pensar que en el ahora;
nada más que disfrutar del aquí y dejarte llevar."
Entonces podía escuchar la llamada de la aventura,
de los caminos que se abrían ante nosotros.
Pero también oía el gruñido de la inquietud
porque en el horizonte una tormenta se formaba.
No, nunca pensé que fuera fácil y lo sabes,
porque en realidad ni tú ni yo lo somos.
Mejor cambiemos de tema, hablemos de otras cosas,
de mi mucho y de tu poco, de tu nada y de mi todo.
Cuando aquella noche le susurré a tu pecho
"no ha estado mal, pero creo que me voy a casa"
en realidad lo hice porque no te sentía mi hogar.
No fue por rencor, tan sólo regalaba sinceridad.
Y ahora, cuando miro atrás, me pregunto a solas
si es que aquel día dejaste que me marchara
porque tú también sabías que era lo mejor
o porque ya no tenías miedo a las noches sin mí.
Me gusta el chocolate negro y el café amargo, porque así recuerdo que las cosas de verdad no siempre tienen sabor agradable.
Querer recuperar lo que ya no tienes es una pérdida de tiempo, y mucho más cuando te das cuenta que en realidad nunca fue de tu propiedad.
Con el tiempo te das cuenta que no se echa de menos a las personas, los lugares o los objetos en sí, sino que echas de menos las emociones y sentimientos que provocaban en ti.