Todo lo que nunca hice

Huidas o regresos
Nunca vi amanecer hasta que pasé despierto una noche a tu lado
Nunca vi la luz del sol hasta que apagaste las luces de la habitación
Nunca vi mi hogar hasta que estuve demasiado tiempo lejos
Nunca sentí un latido hasta que escuché tu corazón

Nunca vi el mar hasta que me mudé tierra adentro
Nunca vi la luz de la luna hasta que brilló sobre tu piel
Nunca vi tus lágrimas hasta que rodaron sobre mi mejilla
Nunca olí tu pelo hasta que el perfume de tu cuerpo se fue

Nunca medí las distancias hasta que nos separó un cristal
Nunca vi las fronteras del mapa hasta que viajé en aquel tren
Nunca dije "te quiero" hasta que no pude susurrar a tu pecho
Nunca supe que me fui de tu lado hasta que te necesité

Mucho y poco, nada y todo

Back to the start
Sobre aquella colina decidí hacer un trato
porque mi cuerpo quería vivir cerca del mar.
Y con la sensación abrumadora del instante
en realidad no sentía ninguna otra emoción.

Creo recordar que me lo dijiste aquella vez:
"este momento es el momento, y no habrá otro igual,
y no hay nada más que pensar que en el ahora;
nada más que disfrutar del aquí y dejarte llevar."

Entonces podía escuchar la llamada de la aventura,
de los caminos que se abrían ante nosotros.
Pero también oía el gruñido de la inquietud
porque en el horizonte una tormenta se formaba.

No, nunca pensé que fuera fácil y lo sabes,
porque en realidad ni tú ni yo lo somos.
Mejor cambiemos de tema, hablemos de otras cosas,
de mi mucho y de tu poco, de tu nada y de mi todo.

Cuando aquella noche le susurré a tu pecho
"no ha estado mal, pero creo que me voy a casa"
en realidad lo hice porque no te sentía mi hogar.
No fue por rencor, tan sólo regalaba sinceridad.

Y ahora, cuando miro atrás, me pregunto a solas
si es que aquel día dejaste que me marchara
porque tú también sabías que era lo mejor
o porque ya no tenías miedo a las noches sin mí.

Batallas, heridas y cicatrices

P5270123Aún recuerdo cuando nuestros cuerpos luchaban el uno contra el otro en una sucesión de batallas sin cuartel. Aquellos combates en los que todo valía, en la cárcel de mi habitación.

A veces tu boca sobre mi cuello dejaba la firma de un mordisco apasionado, y del espejo brotaba a la mañana siguiente el regalo de mi cuerpo magullado. Tus uñas dejaron marcas en mi piel y heridas en mi corazón, pero ahora me duelen las cicatrices de aquellos momentos.

Maldita buena memoria la mía. Bendita mala memoria la tuya.

Seis días

Las líneas
Seis días y unas cuantas horas más
que mis ojos no se deleitan en ti.
Tu cuerpo no acaricia ya mis manos,
y de nuevo amanece casi helado
un corazón ya cansado de latir.

Otra vez te extraña mi almohada
empapada de sueños y amor.
Y pensaba que ya había aprendido,
que a tu ausencia me había acostumbrado,
pero la realidad me devuelve el dolor.

Ya seis días sufriendo nostalgias
por aquello que no pude hacer.
Y aunque tenga el pecho de acero
a veces pareciera que muero
estando lejos de donde quiero volver.

Por eso espero tu regreso como un regalo,
mas no sé si debo o si acaso es algo malo.
Pero hasta entonces sólo me queda suspirar
cuando tantas veces no nos podemos besar.

La ausencia como compañía

Nueva Plaza de España [IV]No es fácil estar lejos, ser extranjero en tierra extranjera. Un animal acuático lejos del mar, un molino de viento sin su alisio, un cuerpo frío que no entra en calor. Pero como un navegante que no conoce su rumbo en la noche, miro al cielo buscando una estrella marcando el camino.

Y te encontré.

Cada vez que pensaba en ti, antes de que llegaras, te echaba de menos. Cada vez que tú o yo salíamos de la cama, extrañaba tu piel.  Y antes de cada despedida anunciando que te marchabas de mi lado, anticipaba el sabor de tu partida.

Me preguntaste si lo iba a hacer y te dije que no. Te dije que no iba a llorar, y no lo hice por ti, por no hacer del adiós algo aún más difícil. Y tú tampoco lloraste, aunque en tus ojos veía ese particular brillo que acompaña a la tristeza. Lo sabes y lo sé, las ganas estaban ahí y las lágrimas brotaban hacia adentro, hacia ese espacio entre el alma y el corazón.

Otra vez me acompaña tu ausencia, los días y las noches, y de nuevo en amaneceres en que mi pequeña cama parece un palacio vacío, sin un calor que encienda su fuego.

Hasta que yo vaya a ti o tú vuelvas a mí, y nuestras ausencias se hagan de nuevo compañía mutuamente.

Pensamiento del día

Artículos para regalo

La capacidad de una persona para resultar atractiva es directamente proporcional a su modestia.

El mejor lugar de reunión está en el cuerpo de quien tanto te gusta.

Hay gente tan conformista que el mejor regalo que podría recibir es la compañía de otra persona.