Tal vez las cosas más sencillas son las que más felicidad nos brindan.
Las grandes ideas son sueños que alguien se tomó en serio.
Antes de abrir la boca deberías abrir los ojos, las orejas y la mente.
Al final todo se resume en la compatibilidad; si ya es difícil encontrarla más difícil aún es que sea recíproca.
Muchos realmente desearían tener la vida que pretenden tener en Facebook.
Si alguien te dice que será fácil no le hagas caso, las cosas que realmente valen la pena rara vez resulta fácil conseguirlas.
Me llaman raro y llevan razón, porque a veces me siento un poco fuera de lugar, o en una época distinta, o en un planeta equivocado. Todo lo que se sale de la normalidad es extraño y es raro, y todo lo raro provoca en nosotros una sensación de miedo a lo desconocido. Las respuestas naturales a aquello que nos provoca miedo son la lucha o la huida pero eso no me molesta porque hay otras cosas que me molestan aún más.
Siempre me ha molestado esa clase de personas que se quejan de todo y no obstante no hacen nada por poner una solución a sus problemas, que se pasan el tiempo suspirando «ojalá» sin ni siquiera atreverse a llevar a cabo lo que sea necesario para alcanzar sus anhelos; que le confieren más importancia al qué dirán las opiniones de los demás y sin embargo sus oídos sordos hacen caso omiso a lo que les grita su conciencia y su corazón, que pierden su preciado tiempo en un alarde de virtuosismo a la hora de buscar excusas en lugar de preocuparse por intentar encontrar maneras, cuyas palabras y acciones se contradicen en un continuo y enfermizo devenir de incongruencias; personas que en una demostración de hipocresía se dicen heridas cuando se les muestra la verdad por la que tanto abogan y tanto les llena las fauces al declararse como mesías de la sinceridad, que falsamente interpretan papeles taimados con los que pretenden conseguir mediante engaños y manipulación aprovecharse de las buenas intenciones de quienes les toman por guardianes fieles de la confianza mutua.
Me molesta esa clase de personas pero sobre todo me molesta pensar que existe la posibilidad de que algún día tal vez me pueda convertir en una de ellas y terminar siendo todo aquello que siempre odié.
Muchas cosas son mejores al natural.
Las únicas despedidas que no son agradables son aquellas que provocan tristeza.
Normalmente cuando obtenemos unos resultados distintos a los que esperábamos tendemos a considerar este hecho como una derrota cuando en realidad deberíamos aprender a saber encontrar en ellos la parte positiva que los convierte en éxitos.