WALL·E

Hoy he visto Wall·e, la última película de Disney. La verdad es que es curioso cómo una película con poquísimos diálogos transmite tanto; esto es un claro ejemplo de la comunicación no verbal. Los chicos de Pixar lo han hecho muy bien, me ha encantado la película.

He de decir que en un par de momentos de la película he tenido la lagrimilla preparada, y es que todavía guardo en la memoria la escena de Cortocircuito 2 en la que Johnny 5 es destrozado. Vivo traumatizado con esa escena, es la verdad y, sobre todo, cuando el pobrecillo se arrastra como puede hasta la tienda de electrónica para intentar repararse. Es por eso que me he puesto algo sentimental con Wall·e, aunque no tanto como la chica que se deshidrataba por los ojos con sólo ver el trailer de la película.

Ahora bien, creo que los de Pixar le han dado a Wall·e un aire similar a Johnny 5 aprovechando el tirón que tuvo en su día sus películas y que es un personaje universal de la robótica cinematográfica. No se los reprocho, ha sido una jugada estratégica para enganchar a los ochenteros, a los niños y a sus padres.

Por cierto, hay que ver los títulos finales, haciendo una repaso a la evolución del arte pictórico de la humanidad desde las pinturas rupestres, el impresionismo hasta los dibujos de 8 bits de los videojuegos. Por cierto, Pixar es conocida por poner en todas sus producciones guiños a otras películas que han realizado, y Wall·e no es la excepción. En esta página [en inglés] tienes una lista bastante extensa de lo que los angloparlantes llaman «easter eggs» escondidos en la película.

No admitir

relationshipVivimos en una época de relaciones ciber-mantenidas [vaya palabra me acabo de inventar] en la que el principal medio de contacto es el MSN u otros clientes de mensajería instantánea. Si antes se llamaba por teléfono o se quedaba en algún lugar para verse y charlar, hoy en día simplemente te conectas a tu cuenta y puedes ver a la otra persona a través de su webcam y decirle muchas cosas a con el teclado de tu ordenador.

Ya he hablado muchas veces de las limitaciones de la conversación vía internet en relación con la información no verbal, pilar fundamental de la comunicación hablada y que parece que no se le da la suficiente importancia en vista de que la mayoría prefiere el uso del lenguaje escrito. Por poner un ejemplo, el decir «te quiero» puede tener miles de interpretaciones cuando se escribe, pero cuando se dice, nuestro tono de voz o nuestros gestos sólo pueden dar una interpretación posible.

Pues bien, el tema de esta disertación que toca hoy no es ya el hecho de las cosas que se dicen o no, es más bien en relación a cómo se zanjan las relaciones actualmente. Resulta curioso que a menudo las personas se refugian detrás de sus pantallas y sus teclados para decir lo que no se atreven a decir en persona pero, si antes podías decir «no quiero volver a verte«, hoy en día no es tan fácil ser tan tajante. Hoy en día es más fácil no admitir a un contacto, no permitir que esa persona pueda hablar contigo, que decirle directamente que no se desea continuar con la relación.

Al fin y al cabo estamos en una época de comodidad y, por extensión, cobardía. Siempre se intenta hacer lo más cómodo para cada uno, pero esto no significa que sea lo más correcto, más bien resulta bastante cobarde el no luchar por hacer las cosas como realmente se deben hacer. A menudo no sé qué se deriva de qué, si la cobardía de la comodidad o viceversa…