¿Libertad de expresión o libertinaje expresivo?
Compartir un amanecer o un anochecer hace que se conviertan en momentos mágicos dependiendo de la compañía.
Todo el mundo tiene un precio, y a veces su precio es tan bajo que pueden ser comprados con dinero.
La mentira es una forma de crear en la mente de los demás una ilusión de aquello que desearíamos que creyeran pero que no concuerda con la realidad.
Cambia la acritud por la dulzura, conseguirás mejores resultados.
A pesar de lo que sostiene el dicho, hay quien prefiere las malas compañías a la soledad.
Las preguntas sólo son incómodas para aquellos que no desean contestar lo que realmente piensan.
Los seres humanos somos animales de costumbres, animales sociales al fin y al cabo que requieren de relaciones con otros, semejantes en su forma, pensamiento. Adaptamos nuestra rutina diaria a la de otra persona con quien compartimos la mayor parte de nuestro tiempo, como dos engranajes deben encajar el uno con el otro para conseguir su movimiento sincronizado. A veces surgen roces, acritudes, situaciones que amenazan la estabilidad del mecanismo, es inevitable. Otras veces la conexión es tan perfecta que resulta difícil pensar que en algún momento pudo o puede llegar a fallar.
Esto es la compañía, las relaciones interpersonales, compartir el mismo hábitat vital con otra persona. Lo más curioso es, quizás, cómo nos acostumbramos a la compañía y cómo nos sentimos extraños ante su ausencia. Cómo estamos forzados a olvidar lo que tuvimos que aprender para poder convivir, la separación, la pérdida de la rutina de la costumbre. Para algunos, una paz y una bendición, y para otros, un auténtico síndrome de abstinencia.
¿De qué depende esta diferencia? Principalmente de la cantidad de tiempo donado a la convivencia y, sobre todo, la calidad de la misma. A mayor calidad, el factor tiempo siempre resulta insuficiente, siempre queremos más y más. Es por eso que a mayor calidad, mayor sensación de pérdida.
Cuando estás feliz, comes más y mejor.
I don’t want nobody, I don’t want nobody baby but you. There’s something ‘bout your body that’s got me thinkin’ of nobody but you.
Cuando te despiertas minutos antes de que suene el despertador porque no tienes más ganas de dormir suele ser una de las mejores maneras de empezar el día. Cuando ésto ocurre en buena compañía, pues mucho mejor.
Desde siempre he tenido una lista «interna» de cosas que no haría yo solo porque me parecen especialmente deprimentes. Quizás sea por mi condición anti-misántropa, una inherente necesidad de compañía [grata] para realizar ciertas actividades… No sé, el hecho es que son cosas que hace la gente a menudo pero yo he desarrollado cierta aprensión hacia su realización en solitario.
Esta es la lista:
Supongo que a más de un@ más de un elemento de esta lista le parecerá una soberana estupidez pero qué le vamos a hacer… Y estoy seguro que me faltan más cosas por añadir, sólo que éstas son las que recuerdo en este momento.