Revisando la memoria

Fresco y limpioA veces me pongo a rebuscar el mi baúl de los recuerdos particular que es Liberitas y me encuentro frente a frente con mensajes del pasado que dejé escritos como vestigios de un tiempo pretérito. Hay algunos que, bajo mi subjetivo punto de vista, son muy buenos, tanto literariamente como por el contenido; también hay otros que ahora mismo no se me ocurriría publicar pero es lo que tiene escribir pensamientos, no siempre estamos de acuerdo con nosotros mismos. Pero no son solamente fragmentos de pensamientos sino además pequeñas esencias de emociones y sentimientos que los acompañaban el aquel momento.

A menudo recuerdo el mismo instante en el que lo escribía, y las circunstancias que me inspiraron y abocaron a plasmar lo que pensaba a través del teclado. Hoy en día provocan en mi distintas reacciones, a menudo es la indiferencia la que hace acto de presencia pero, en contadas ocasiones, aparece la nostalgia en forma de frases como «si hubiese sabido lo que estaba por llegar» y otras por el estilo. Tengo bien claro que el pasado es inamovible y no me arrepiento del noventa y cinco por ciento de las acciones que he llevado a cabo, pero siempre queda ese cinco por ciento restante que pulula por ahí y alguna vez sale a relucir.

Ayer, sin ir más lejos, encontré uno de esas dosis de recuerdos que me transportó oníricamente hasta el momento en el que comenzaba a conocer a esa chica. Hablaba de cosas tan banales como sus ojos y sus labios, que incluso hoy en día sigo considerando como bellos, lo que me hizo sufrir una serie de saltos espacio-temporales en los que primero estaba en aquella noche en la que nos besamos por primera vez, luego me encontré en un momento eroticofestivo de pasión y lujuria desenfrenados y, por último, en la habitación oscura en la que mantuvimos la conversación que sería el final de nuestra relación.

Las dos primera situaciones despertaron en mí la nostalgia que provocan los recuerdos agradables cuando aparecen en momentos de estado anímico bajo pero, sin embargo, la última me resultó tan anodina e indiferente que lo único que consiguió fue reforzar la sensación triunfal de haber hecho lo justo y necesario.

Pero claro, este es sólo un ejemplo, no siempre se obtienen los mismos resultados.

Ideas preconcebidas

Un error común a todas las personas que se encuentran sin pareja es que tienen la idea preconcebida que el resto del mundo también se halla en la misma situación, sobre todo cuando ven a un chico o una chica que les atrae. Cuando tienes pareja te da la sensación que todas aquellas oportunidades que no tuviste de soltero comienzan a llegar de pronto. Basta con que busques algo de manera desesperada para que no lo encuentres por ningún lado, como cuando no sabes dónde están las gafas de sol y de pronto las encuentras un día en el sitio más inesperado.

El hecho que una chica ligue una noche no tiene ningún mérito. No hace falta que sea una modelo, ni siquiera que posea una belleza deslumbrante, tan sólo basta con que esté tres minutos sola para que comiencen a revolotear a su alrededor tíos como abejorros atraídos por el néctar de una flor. Ella siempre tendrá la última palabra y la última decisión, como si se tratase de una subasta en la que se adjudica la pieza al mejor postor y, en ocasiones, nadie se lleva el premio.

Un tío, cuando se acerca a una chica inmediatamente tiene que comenzar a luchar contra una serie de prejuicios preestablecidos, a menudo causados por las conductas de otros tíos y que ya forman parte de una conciencia común a todas las mujeres. Comienza entonces un forcejeo, un intento de mantener una conversación minuciosamente estudiada para que, por una parte, no dé lugar a malentendidos acerca de las intenciones del muchacho y, por otra parte, intentar escapar de los tópicos y temas más manidos presentes en la mayoría de los intentos de acercamiento.

En igualdad de oportunidades no todos tenemos las mismas posibilidades.

Pensamiento del día

No busques y serás encontrado.

Soy simpático pero esto no quiere decir que me quiera acostar contigo.

Escucha y observa con atención, analiza e interpreta la información, comprende y actúa en consecuencia. Esa es manera más adecuada de aprovechar tu vida.