Grass Bodyboard

¿Cómo se hace bodyboard en césped? Para muestra, dos botones:

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Elementos:

  • Colchoneta picada a medio desinflar.
  • Pendiente con césped.
  • Noche, buen tiempo y alcohol.
  • Un loco.

Si es que nos lo pasamos como queremos.

Bautismo marino

waveHacía años que no cogía olas con tabla [bodyboard], recuerdo que la última vez fue en Valle Gran Rey y casi no la cuento, porque me cayeron encima tres olas de una serie de 2 metros. Después de esa experiencia traumática dejé la tabla aparcada durante bastante tiempo y acabé cogiéndole gusto a coger olas de pecho [bodysurf] pero más pequeñas y no tan de cucharón. Años después, en la playa de La Tejita me ocurrió un acontecimento parecido al de La Gomera en el que aparte del susto me quedó como recuerdo una brecha sangrante en la cabeza.

bodysurfPues bueno, esa vez no dejé mi afición a coger olas de pecho, y de hecho he pasado muy buenos momentos con las olas juguetonas de Punta Brava, sobretodo aquel en el que salté por los aires, pero [M] me reavivó mis antiguos recuerdos de bodyboard. Hace un par de semanas fuimos a Taganana con las tablas para reirnos un poco con las olitas que había en la playa del pueblo. Recordé cómo coger las olas de derecha e izquierda, a hacer el patito, incluso a ponerme de torero.

Estos últimos días ha habido mar fuerte según los datos de la boya de Anaga, y ya [M] me había dicho de ir a Taganana cuando las olas eran un poco más pequeñas pero yo tenía las tardes ocupadas. Ayer al final pudimos ir y justo coincidió con el día de mayor fuerza, con olas de 2-3 metros en la playa de Almáciga. Nada más llegar me empezaron los primeros ataques de mi subconsciente, con temblores al ver las olas y acordarme de mis otras dos experiencias, maldito sea. Tenía el equipo de [H] que me había prestado y me preparé calentando bien las articulaciones. Nos echamos a la mar y desde el principio empecé a notar que algo no iba bien, mi resistencia no era la misma que años atrás así que empecé a notar el cansancio mientras remaba hacia los picos.

[M] iba como si nada y yo cada vez me veía más lejos de él, y me costaba cada vez más hacer el pato para evitar las olas hasta que llegaron las dos últimas de la serie fuerte y me cogieron bien. Entre el cansancio que tenía y lo apurado que me puse se me soltó la tabla [cosa que se debe evitar SIEMPRE] y perdí la orientación de arriba y abajo. No sé cómo pero llegué a tocar el suelo y me pude impulsar hacia arriba mientras notaba que se me acababa el aire. Logré aferrarme a la tabla justo a tiempo para coger aire y volver a hacer el pato pero no lo suficientemente profundo así que me volvió a coger la última ola. Otra vez se me resbaló la tabla pero al notar que me tiraba pues pude salir rápidamente aunque apurado por el miedo inconsciente que sentía. Me pude separar de la zona de pico fuerte y logré llegar hasta donde estaba [M] reventado y con ganas de salir del agua por cualquier medio.

Las olas llegaban y no paraba de remar para no tener que verme obligado a hacer el pato sino pasarlas por encima. De pronto vi una ola bastante grande que se acercaba y tomé una decisión absolutamente visceral, virar y remar para cogerla en lugar de evadirla. La sensación de velocidad era increíble, nunca había cogido una ola tan grande sin tener un percance y además estaba acercándome rápidamente a la orilla. Duraría 10 segundos pero para mí el tiempo se expandió hasta límites insospechados ya que hasta me atreví a frenar un poco con las aletas para luego con un impulso de mis pies volver a acelerar de nuevo. No pensé que me podía sentir tan bien cogiendo una ola.

bodyboardLlegué a la orilla exhausto, dejé todo excepto la licra encima de la tabla y me tendí en la arena para intentar recuperarme de la sensación de mareo que notaba. Cuando me recuperé, y animado por [R] volví a entrar y volví otra vez a la zona de picos después de remar y remar. La diferencia sustancial de la segunda vez respecto a la primera fue que me enfrentaba a cada ola con odio más que con miedo, y así fue como volví a coger otra ola enorme hasta volver a la orilla. Me sentí triunfalmente satisfecho, lo suficiente como para dejar la tabla y atreverme a coger alguna de las olas más pequeñas que llegaban a la orilla a pecho. Conseguí coger dos, pero como resultado tuve un calambre en la cabeza externa del gemelo izquierdo, así que salí y decidí que ya estaba bien. Después de años había me había vuelto a bautizar, con situación peligrosa incluida. Ahora me estoy concienciando de que necesito hacer ejercicio porque me estoy perdiendo muchas cosas.

Coger olas a pecho (de cómo salir por los aires)

El bodyboard siempre me ha gustado, sólo que mi tabla la tengo en La Gomera y las olas en la playa de La Calera son de cucharón, de las típicas que te cogen y te revientan contra el suelo. Ni se te ocurra hacerte un tubo porque puedes acabar incrustado en la arena, poniendo como mejor caso el que no hubiese algún pedrusco de espontáneo contra el que dejarse el cráneo o alguna otra parte del cuerpo. Tengo una curiosa cicatriz en el abdomen, justo donde se suele realizar la incisión para las apendicectomías, sólo que con una forma mucho más fea ya que fue fruto de una lijada literal contra una piedra, pero de eso ya hace años y tengo como trofeo la susodicha.

Este fin de semana fui a la playa de Punta Brava en el Puerto de La Cruz y estaba el mar bastante curiosito, con bandera roja y olas interesantes. Esta playa también tiene olas de cucharón, pero de vez en cuando, en alguna serie de olas suele llegar «la ola», normalmente la segunda de las tres olas que suelen llegar por cada serie. Sucede cuando la primera ola está recogiendo de la orilla y la segunda se acerca para romper, y sólo algunas veces sucede lo que es raro en estos casos: no se forma un tubo y estalla, sino que es más relajada y menos rompedora. Fácilmente puedes llegar hasta la orilla sin sufrir percances del tipo de volteretas o hiperextensiones de la columna vertebral.

A todas estas, a falta de tabla de bodyboard se suele usar la propia caja torácica a modo de superficie deslizante, y así me encontraba yo en aquellos instantes. En una de estas olas extrañas, yo bajando la pendiente a toda leche, me puse por delante de la propia ola topándome con el arrastre de la anterior, que curiosamente había formado una pequeña ola al colisionar las corrientes. El resultado de mi encuentro en esta situación con la ya nombrada olita en contra tuvo como resultado un efecto trampolín, de manera que salí despedido por los aires a lo Superman con la suficiente suerte de frenarme un poco en el encuentro y dando tiempo a la verdadera ola grande a pasarme por debajo mientras estaba surcando el firmamento y conseguir amortiguar un poco la caída y no dejarme la nariz contra la arena por la poca profundidad. Aún así, se me llenaron las orejas y la boca de arena, aparte de sufrir una ligera hiperextensión de columna, pero no hubo nada más que lamentar.

Sólo sé que una vez repuesto del aterrizaje forzoso me levanté riéndome, casi a carcajadas, ya que jamás me había sucedido nada parecido en todo el tiempo que llevo practicando el tradicional deporte del descenso de la ola a pecho. Supongo que fue una casualidad, pero aún así es digna de mención.