Lo que pienso…

Tengo que estudiar Afecciones Médicas II, aprovechando que [R] se llevó los apuntes de Salud Pública y el miércoles tengo el último examen (espero) de mi carrera. Estoy con la hipertensión arterial y tus palabras resuenan en mi cabeza, martilleando sin piedad lo que intento aprender. Ya no tienes ordenador, después de todo este tiempo ha dejado de funcionar, y no sé si eso también me jode, porque como si fuese la última voluntad de un moribundo me dejas estas palabras.

El hombre es un animal de costumbres, eso lo sabemos, y hay muchas cosas a las que no estoy acostumbrado, o simplemente no me quiero acostumbrar. En realidad no te tengo que reclamar nada, ni reprochar… Nada de eso. Tú tampoco a mí, ¿o sí? Da igual… No puedo estar nadando siempre en contra de la corriente.

¿Qué es lo que pienso? El aumento de la serotonina no implica sino el paso de la pasión a la serenidad, y es que me lo tomo ahora de manera más tranquila que antes, nada más que eso. Las cosas buenas que nombras no se han perdido en el olvido, creo que siguen aquí y ahora. Intento entenderte, en vano, pero lo intento. ¿Tú lo intentas conmigo? No sé, creo que no estoy para escribir ahora mismo. Estoy cabreado y no quiero que la pagues tú.

Inverso

[…] Me refería a que quieres escuchar algo determinado, y dices justamente lo contrario para provocar que la otra persona diga lo que quieres oír. Por ejemplo:

– No me echas de menos…
– Claro que echo de menos, boba…

Nada, da igual, como bien has dicho lo mío no es la psicología, pero también es verdad que los fisioterapeutas hacen parte de su labor hablando con los pacientes. Sólo quería poder expresar lo que intentaba decirte antes. Buenas noches yawn.

Conversaciones

Hoy hemos vuelto a hablar, y no sabes lo bien que me sienta. Tengo que hablar con alguien, tengo que hablar, porque aunque no lo parezca, detrás de mi fachada silenciosa y taciturna siempre tengo conversaciones calladas dispuestas a hacerse oír. Hablamos de muchas cosas, de esto y lo otro, te hago reír y sienta muy bien tu risa sobre mi alma. ¿Qué es eso que se escucha? Ah, es mi risa, y me la has arrancado tú de la nada, sabes cómo hacerlo. Vámonos lejos, tú y yo, porque hablando hacemos el camino y cuando descansemos para tomar aire nos encontraremos en otro lugar, en el espacio que hay entre mi mente y tu ombligo.

Aconséjame, ¿qué hago? Vale, yo siempre intentando contar las cosas de la manera más correcta, con las palabras adecuadas, con las expresiones selectas, y tú siempre tan mordaz, tan vivaracha, tan loca e inquieta. Tú y yo sabemos, y lo sabes, que yo lo sé y tú también, así que para qué hablarlo. Nos picamos mutuamente, siempre lanzando puntas, pero sabes que más de una vez hemos traspasado esa barrera invisible y nos hemos llevado pequeños trofeos. ¿Por qué resulta tan difícil hacer lo que uno quiere? ¿Miedo a la reacción del otro? Ya te he dicho lo que pienso, incluso hemos imaginado el presente en el caso de que algunas variables cambiasen respecto a las actuales, así qué no hace falta complicarnos tanto.

Las formas, es verdad, siempre hay que guardarlas, o al menos intentarlo. Sabes lo que digo, la vergüenza es un atraso, es un lastre que nos impide hacer lo que queremos cuando queremos, así que por eso me la dejo olvidada en un cajón muchas veces. Un día de estos nos vamos a sorprender, ambos dos, y no sé cómo va a resultar todo. Ya se verá…

Mientras llega el momento, sigamos hablando, que nos sienta muy bien a los dos, ¿verdad?

Así que…

No existen las equivocaciones, existe lo que hacemos y lo que no hacemos. Además, siempre es preferible arrepentirse por lo que hemos hecho que por lo que pudimos haber hecho.

No sé lo qué quieres. ¿Sabes lo que quiero? ¿Sabes lo que quieres? Pues así seguimos, náufragos en el mar de la incertidumbre.

Regalitos

Ya tienes tu ramito de flores y tus bombones Bianco Cuore de Sorini. Me gustó tu colgante y tu camisa, aunque tú sabes que me gusta más lo que hay debajo…