Tengo que estudiar Afecciones Médicas II, aprovechando que [R] se llevó los apuntes de Salud Pública y el miércoles tengo el último examen (espero) de mi carrera. Estoy con la hipertensión arterial y tus palabras resuenan en mi cabeza, martilleando sin piedad lo que intento aprender. Ya no tienes ordenador, después de todo este tiempo ha dejado de funcionar, y no sé si eso también me jode, porque como si fuese la última voluntad de un moribundo me dejas estas palabras.
El hombre es un animal de costumbres, eso lo sabemos, y hay muchas cosas a las que no estoy acostumbrado, o simplemente no me quiero acostumbrar. En realidad no te tengo que reclamar nada, ni reprochar… Nada de eso. Tú tampoco a mí, ¿o sí? Da igual… No puedo estar nadando siempre en contra de la corriente.
¿Qué es lo que pienso? El aumento de la serotonina no implica sino el paso de la pasión a la serenidad, y es que me lo tomo ahora de manera más tranquila que antes, nada más que eso. Las cosas buenas que nombras no se han perdido en el olvido, creo que siguen aquí y ahora. Intento entenderte, en vano, pero lo intento. ¿Tú lo intentas conmigo? No sé, creo que no estoy para escribir ahora mismo. Estoy cabreado y no quiero que la pagues tú.