Hoy [MJ] nos dijo al compi y a mí que nos había visto en una foto en la revista Tenerife de noche, pero pensábamos que estaba bromeando. Al final recordamos la foto aquella que nos habían sacado en El otro y quedamos en que nos traería la revista en cuestión para verla. Hace un rato, don Máximo me dijo que él también me había visto, así que entré a la página web de la revista y aquí está la foto:
Constante de disociación
Recuerdo una vez que me estaba tomando una cerveza con [E] y las amigas de la facultad. No me acuerdo quién comentó algo sobre las burbujas de la cerveza y en uno de esos arrebatos que me dan a mí les conté la [interesante] historia del ácido carbónico. Todo el mundo se quedó pescando, no sé si por efecto etílico, por lo improviso de la situación o porque no se enteraron una mierda de lo que les estaba diciendo. Pues bien, la noche de la cena de empresa me acordé de la anécdota y en un arranque de espontaneidad solté lo siguiente:
Busco una chica con la que pueda hablar sobre la constante de disociación del ácido carbónico mientras estamos de fiesta tomándonos una copa.
Este es un ejemplo de las perlitas que suelto cuando me entra la bobería. Por suerte mi compi [M], que atendía a las clases de Química, pilló por dónde iba el tema y su contestación fue una confirmación de mis sospechas:
Pues lo tienes jodío, ¿eh?
Ya lo sé, ya lo sé…
Valoración semanal
Bueno, atendiendo a la parte más negativa de esta semana podría decir que me gustaría eliminarla de mi línea temporal, pero como la parte positiva supera con creces a su antónima me hallo en posición de afirmar que ha sido una de las mejores semanas del mes y del año. El lunes pasó lo que pasó, pero incluso con la tristeza general de la situación al menos conseguí llevarme la parte más positiva.
El martes fue un festival de felicidad, no sé si por la sensación de júbilo en sí o por la comparación con el día anterior. La cuestión es que en el trabajo me lo pasé genial y luego de noche de fiesta me lo pasé igual o mejor. El miércoles por la mañana el partido, con la parte negativa de las lesiones, y la felicidad de la victoria conseguida. El jueves fue quizás el día más flojo, al menos por la mañana, porque por la noche volví a salir de fiesta y de nuevo me lo pasé del diez. El viernes por la mañana tuve otro partido en el que sufrimos lo indecible hasta conseguir otra victoria. Luego fui a la chuletada en casa de [R], coincidiendo con que acababa de llegar de Valencia del curso de Maitland, así que estuvimos actualizándonos mutuamente. Por la noche otra vez de fiesta con la gente de clase, una fiesta pasada por agua por la continua llovizna que estaba cayendo en La Laguna, pero con la diversión de las compis.
El sábado merece una mención aparte, porque aunque durante el día no hice nada medianamente provechoso, a partir de las 19:00 empecé con los preparativos para la cena de empresa. A las 22:00 llegué al Club Náutico y saludé a los que ya estaban allí, vacilando y riéndonos. Canapés, picoteo y luego la cena en cuestión, que aunque no fue nada del otro mundo estaba bastante buena. Después se hizo una especie de sorteo en la que me tocó ser la mano inocente que sacudía la urna que contenía las papeletas con los números. El premio estrella fue un fin de semana para dos personas con todos los gastos pagados en Ifara, increíble pero cierto.
Luego empezó [G] a tocar el organillo y algunos se aventuraron a saltar a bailar después de que los jefes inauguraran oficialmente el baile. El enfermero que siempre se pasa con los comentarios salidos de tono empezó a hacer un strip-tease mientras los demás tíos mirábamos con cara de pasmados el espectáculo tan vergonzoso. Al final cumplimos lo que nos propusimos [J] y yo, quedarnos hasta el final, después de que todo el mundo se fuese al Tangara a seguir la fiesta. Nos quedamos los jefes, [A], [N], [S] y el equipo F, cantando con el acompañamiento de [G]. Para terminar, sesión de chistes a cargo de [J] y [A].
Cuando ya nos fuimos del Club Náutico a las 3:00 decidimos ir [M] y yo al Tangara para quitar las ganas de bailoteo, porque el resto se tenía que recoger por una u otra causa. Pues nada, fuimos los dos fisios todos decididos a la discoteca en cuestión y lo primero que nos encontramos fue un control conjunto de la Unipol y la Policía Nacional, que no nos hicieron parar, pero se veían un par de jacosos contra la pared y esposados. No sé, daba miedo ver tanto policía junto y se notaba la tensión en el ambiente. Seguimos subiendo, pasamos el Kalima, el Mambo y cuando ya estuvimos cerca del Tangara nos econtramos con una cola de gente kilométrica. Nos pusimos en fila y menos mal que me dio por acercarme a la entrada para poder ver el cartelito de aforo completo. Después de discutir sobre qué destino tomar, el hecho de ver a la gente de Ifara saliendo del interior para irse ya cada uno a su casa nos dio la excusa perfecta para decidirnos a marcharnos a La Laguna. Yo en realidad no pensaba encontrar nada abierto, pero como la compi vive arriba pues nos cogía de camino.
Efectivamente, no había nada abierto, así que la llevé hasta su casa y después de dejarla me recogí para la mía. A las 4:00 ya estaba con mi pijamita en la cama, dispuesto para dormir todo lo posible. Me desvelé a las 13:00 cuando llegó mi madre, pero me di la vuelta para el otro lado y seguí con lo mío. Al final me desperté a las 16:00, con un hambre leonina, almorcé y desde entonces no he hecho nada medianamente aprovechable. Resumiendo, la semana empezó de puta pena y ha acabado del diez. ¡Sólo espero que la próxima acabe aún mejor!
Cypress Hill
Fui al Cabeza de Perro, mi primera vez desde que se está organizando. ¿La razón? Cypress Hill en concierto, el único en España, y justo vienen aquí. Esta actuación se la sacó de la manga la organización en el último momento; tanto es así que en las entradas, donde vienen reflejadas todas las actuaciones, no están ellos. Anuncios apresurados por la radio, carteles pegados encima de los originales…
El Recinto Ferial estaba lleno a reventar de personas deseosas de ver [sobre todo] a Cypress Hill, ese grupo que tantas veces hemos escuchado pero que nunca hemos visto en directo. Primero comenzaron los chicos de Rinôçérôse, con ese vestuario tan raro, al igual que sus canciones. No sé, yo esperaba a Cypress y no me impresionaron demasiado, aunque había bastante gente tatareando sus letras [de las canciones que no eran instrumentales].
Cuando terminaron los psicotrópicos llegaron ellos, con sus ropas anchas. Canciones que sobraron, canciones que faltaron, pero en todo momento la gente se volcó con Sen Dog y B-Real. Puedo afirmar que la mayor parte de la gente que se encontraba allí sólo pensaban en esta actuación y no en las demás [yo también me incluyo], porque cuando terminaron se vació todo. Quedaron los desfasados, o al menos esa era la pinta que tenía la mayoría, impulsados por la música electrónica.
Espectáculos etílicos
Cada vez que salgo de fiesta soy espectador de una obra de teatro extraña, casi surrealista. Las personas cuando se ponen a beber alcohol sufren transformaciones, [casi] nunca favorables para ellos mismos ni para el resto de congéneres. Lo que me hace gracia es el hecho de que la gente beba para animarse, cuando en realidad el alcohol es una molécula tóxica cuyo efecto es la depresión del sistema nervioso central. El alcohol jamás tendrá efecto eufórico, aunque la gente lo tome en cantidades ingentes con tal fin.
Aparte de los efectos fisiológicos comunes a todos, se generan conductas aleatorias dependiendo de cada persona. A algunas les da por reír, una risa floja y tonta por cualquier cosa por nimia que parezca, hasta de las manchas del suelo. A otras personas les da por llorar, afloran sus penas y empiezan a sorber los mocos mientras con gritos desaforados hacen saber que nadie les quiere. Otros dan muestras gratuitas de violencia, se ponen a golpear paredes, cabinas telefónicas, cubos de basura y cualquier otro elemento y/o ser vivo que se les cruce en el camino. Otros se tambalean y caen al suelo, arrastrándose penosamente, intentando volver a recuperar la verticalidad como pueden. Otras personas se vuelven muy cariñosas, llegando a acosar a cualquier otra sin tener en cuenta sexo o edad.
Ayer mismo asistí en vivo y en directo a un espectáculo etílico ya de por sí trágico, pero agravado aún más por ser una chica la que estaba involucrada. Risas, llantos y caídas… Qué triste.
Fiestas no vernáculas
¿Por qué coño tenemos que ponernos a festejar una fiesta anglosajona que ni nos va ni nos viene? Me parece más allá de lo patético el hecho de que la gente se disfrace esta noche, la noche de los difuntos, la noche de Halloween para los angloparlantes. No exagero si digo que menos del diez por ciento de la gente que esta noche sale por ahí para hacer la fantochada conoce la verdadera tradición del porqué de los disfraces: la gente se disfrazaba para ahuyentar a los espíritus de los muertos, no por divertirse. Luego, como todo, la tradición degeneró en pedir dulces por las puertas y, más aún, acabar etílicos por cualquier lado.
Vamos a ver, ¿acaso no tenemos unos Carnavales que son la envidia mundial? ¿No nos disfrazamos de lo que nos dé la gana durante más de una semana? Entonces, ¿por qué cojones tenemos que disfrazarnos una noche, que no viene a cuento en nuestra tradición?
Me pongo enfermo… Vaya personalidad más lábil que tiene la gente. Ya puestos a copiar, ¿por qué no nos vamos al cementerio y nos ponemos a bailar encima de las tumbas mientras comemos calaveras de azúcar?