La ausencia como compañía

Nueva Plaza de España [IV]No es fácil estar lejos, ser extranjero en tierra extranjera. Un animal acuático lejos del mar, un molino de viento sin su alisio, un cuerpo frío que no entra en calor. Pero como un navegante que no conoce su rumbo en la noche, miro al cielo buscando una estrella marcando el camino.

Y te encontré.

Cada vez que pensaba en ti, antes de que llegaras, te echaba de menos. Cada vez que tú o yo salíamos de la cama, extrañaba tu piel.  Y antes de cada despedida anunciando que te marchabas de mi lado, anticipaba el sabor de tu partida.

Me preguntaste si lo iba a hacer y te dije que no. Te dije que no iba a llorar, y no lo hice por ti, por no hacer del adiós algo aún más difícil. Y tú tampoco lloraste, aunque en tus ojos veía ese particular brillo que acompaña a la tristeza. Lo sabes y lo sé, las ganas estaban ahí y las lágrimas brotaban hacia adentro, hacia ese espacio entre el alma y el corazón.

Otra vez me acompaña tu ausencia, los días y las noches, y de nuevo en amaneceres en que mi pequeña cama parece un palacio vacío, sin un calor que encienda su fuego.

Hasta que yo vaya a ti o tú vuelvas a mí, y nuestras ausencias se hagan de nuevo compañía mutuamente.

Pensamiento del día

Artículos para regalo

La capacidad de una persona para resultar atractiva es directamente proporcional a su modestia.

El mejor lugar de reunión está en el cuerpo de quien tanto te gusta.

Hay gente tan conformista que el mejor regalo que podría recibir es la compañía de otra persona.

Uno de esos sábados

Reflejo arquitectónico
No hace falta que me digas qué debería esperar de ti.
Sigo aquí, igual que siempre, por mi propia voluntad.
Dicen que la suerte sonríe a los que se atreven,
pero no me fue muy bien eso de dejarme llevar.
Tal vez lo mejor sea pasar de todo por completo
y dejar de usar la memoria como motivo y razón,
dejar de recordar aquel tiempo en el que tú y yo
hacíamos lo que queríamos sin buscar justificación.

Lo cierto es que ahora ya no podemos recuperar
todo aquello que nos regalamos alguna vez.
Tuvimos buenos momentos, o eso me parecía,
porque ya no sé si fueron sinceros de verdad.
De las tardes y noches de todos aquellos sábados
cuando nos refugiábamos entre sábanas en mi cama.
Refugiados del frío en la calle, en nuestros corazones,
y del frío del hambre de cariño de nuestras almas.

Protegía la memoria, por si acaso la olvidabas,
de aquel primer sábado de finales de octubre.
No la olvidaba, para que tú la recordaras,
hasta que un día dejó de importar lo suficiente.
Como si fuera una tradición de nuestro calendario,
fue también un sábado cuando terminó aquel otoño,
cuando cayó muerta la última hoja de nuestro árbol
y en el jardín tan sólo quedó este áspero invierno.

Ahora en perspectiva, ¿es esto lo que esperabas?
Mirando atrás, ¿no te despierta ninguna emoción?
Muéstrame algo de verdad, algo que sientas hoy,
algo que pienses, para entender esta situación.
No sé, tal vez has madurado y yo sigo igual de infantil,
y esta amnesia selectiva te parece como la libertad,
o simplemente eres de ese tipo que miente por hablar
y nunca se atreve a decir un adiós que suponga un final.

Pensamiento del día

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Nada es más necesario que una referencia para poder comparar.

No hay vidas tristes, sólo personas tristes que viven de esa manera.

Sabes que echas de menos a alguien cuando suena el timbre y lo primero que haces es pensar que puede ser esa persona. Luego, resulta que es el cartero o los testigos de Jehová.

Pensamiento del día

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La distancia permite ver la imagen general pero no viene muy bien para poder distinguir los detalles.

Con el tiempo aprendes que detrás de una pérdida hay muchas ganancias y, a veces, compensan mucho más que mantener aquello que perdiste.

Si aceptas que sentirte mal es algo normal y natural, que es un proceso que todos debemos pasar tarde o temprano, te será mucho más fácil y más rápido volver a sentirte bien.

Decisiones

DSCN0100¿Conoces esa sensación de saber que algo es un error? Seguro que sí. Vas a tomar una decisión y antes de hacerlo ya vaticinas que el resultado será desastroso. Sabiendo esto, ¿qué vas a hacer: tomarla o no?

¿Y si se convierte en una profecía autocumplida por el simple hecho de pensar que es errónea? Y te regodearás en tu poder deductivo, en ver la verdad tras los detalles desde tu estudio en el 221B de Baker Street. Y gritarás al mundo desde lo alto de tu garganta «a la mierda» para tan sólo escuchar el eco dentro de tu cueva como respuesta.

¿Y si resulta ser todo lo contrario y te sorprendes? Y te sorprenderás, lo sabes, aunque sea un poco, a pesar de haber visto ese milagro consumarse otras tantas veces, como el agua en vino. O la transformación del simple interés, por arte de alquimia, en besos pasionales y caricias desnudas. Y te flagelarás por ser tan previsor y tan idiota, por haber pensado tan mal, y saber que la ebriedad te durará hasta que la resaca de la consecuencia te golpee en el estómago.

¿O es que conoces todos los pros y los contras? Con ese análisis pormenorizado, sistemático, prospectivo, en un cóctel triple seco que nubla tu mente porque te recuerda a su perfume, aquel que te hacía soñar y ahora te destroza el ánimo. Y te emborracharás de estadísticas y referencias y probabilidades, para llegar a la conclusión de la teoría general de la relatividad de tu propio caos.

¿O acaso posees dotes de clarividencia o simplemente te lo estás imaginando? Pero ahora te das cuenta que te han servido de poco y mal, porque no estarías aquí si lo hubieses previsto cuando debías hacerlo. Y verás que eres un iluso, un simple ilusionista de pacotilla, que inventó sus propias ilusiones para acabar con la desilusión como premio.

¿Pero es una decisión que debes tomar ahora mismo o la puedes postergar al menos el tiempo suficiente para volver a tomar en consideración toda la situación? Y te dolerá la cabeza de zarandear las ideas dentro de ese espacio vacío, hasta que veas una mota de polvo que brilla en la oscuridad. Y pensarás que esa es la luciérnaga a seguir, aunque te guíe hasta la llama de la vela donde al final te tocará arder. Y te quemarás, y te dolerá el corazón, porque eres humano después de todo.

DSCN0089Da igual, de nuevo te encuentras en ese campo de batalla, tan antiguo y conocido para ti, y de nuevo no sabes a qué bando unirte. Evalúas tus opciones en base a las circunstancias, pero las muy cabronas tienen la manía de cambiar a cada instante, confundirte, indicar una dirección para luego dar la vuelta a la brújula de tu evaluación. Y es entonces cuando aceptas que tu sistema de referencia se modifica constantemente y no es estable… Como la vida.

Porque tu vida eres tú y tus circunstancias. Y tener remordimientos pesa en el alma y en el corazón, pero tener la conciencia tranquila es señal de mala memoria. Y lamentarse por las decisiones pasadas es una tontería, porque no las puedes cambiar, pero no aprender de ellas es desaprovechar la ocasión. Ellas simplemente están ahí para enseñarte algo importante, aunque sólo si las quieres escuchar.

Ya está bien de divagar y posponer lo inevitable, de evitar enfrentarte a tu reflejo. Al final reúnes un poco de valor a partir de los fragmentos de tu cobardía y te miras en el espejo. Tienes muchos consejos que dar a tu yo del ayer, y ninguna certeza que regalar a tu yo del mañana. Pero lo que vas a hacer ahora, la decisión que vas a tomar, esa es tuya, exclusiva y egoísta, sólo tuya y no podrás exigirte responsabilidades desde la tribuna del después.

Porque pocas veces te has arrepentido de tus palabras o tus acciones. Y no es porque no te hayas equivocado, porque sabes que lo has hecho muchas veces y te sobran motivos. Pero tú sabes que sólo se puede ser veraz a través de las palabras y las acciones sinceras, y la sinceridad no puede ser motivo de vergüenza, culpa o contrición. La verdad duele una vez nada más, pero las mentiras hacen daño cada vez que se recuerdan.

Ya casi ha llegado el momento. Esa persona frente a ti se parece mucho a aquella que guardas en tu memoria, y en sus ojos puedes ver las cosas que una vez te contó: los sueños que tenía, sobre una tierra verde y negra, de montes y minerales, sobre viajes lejanos y el conformismo de la cercanía. Aquellos ojos te miran ahora tras las gafas del recuerdo, cansados de noches de insomnio compartido, pero no contigo, y demasiado orgullosos para hablar de sentimientos.

Sabes que en este juego sólo hubo perdedores, porque la indiferencia fue ganando poco a poco la partida. No te importa el haber perdido, lo que realmente te jode es esa molesta sensación de haber perdido algo más importante: el tiempo y la ilusión. Porque mientras la bola daba vueltas y la ruleta giraba, ella decidió cambiar de mesa y de casino, montarse en un tren y acabar en la cama de otra ciudad. Porque fuiste tú quién apostó todas sus expectativas al «futuro» y ella sólo unas pocas fichas al «de momento».

DSCN0042Ya no te resulta raro ese sabor amargo, la punzada en el pecho y el escalofrío que recorre todo tu cuerpo. Ya no eres aquel niño acostumbrado a que todo saliese como estaba planeado. No, nadie te enseña a perder, nadie se acostumbra a eso, y te toca a ti aprender a base de combatir contra la experiencia. Y ella sabe pelear, y sus golpes te machacan las entrañas, y el dolor y los hematomas te explican la lección demasiado tarde para ese examen.

Pero aprendes un poco más para el siguiente, quieras o no. Y también aprendes que cualquier decisión que tomas va en contra y excluye a todas las otras que has descartado y no tomarás. No son más que probabilidades y posibilidades intangibles, en manos del azar y la incertidumbre, viejos espejismos conocidos que no quieres perseguir. Porque la incertidumbre, a pesar de hacer daño en cada instante de duda, es abono de la esperanza. Y la esperanza, como su nombre indica, es esperar en perpetuo sufrimiento, pero eso de sufrir por causas perdidas nunca ha sido tu asignatura preferida.

Ella sigue ahí, frente a ti, mirándote en silencio, pero te embarga esa tensa quietud que precede a toda tormenta. Tienes la seguridad de que no todas las cosas llegan a su fin, sólo aquellas sobre las que puedes decidir.

Y ahora es cuando decides.