Nosotros guardamos secretos pero los secretos son los que guardan nuestra individualidad.
Lo que no te mata te hace desear estar muerto. Lo que no te mata te hace dar un salto al más mínimo ruido. Lo que no te mata te convierte en una persona con la que es imposible convivir. Lo que no te mata te hace esconderte y vivir en las sombras donde nadie puede verte.
Demasiado a menudo perdemos de vista los pequeños detalles que dan placer a la vida. Recuerda, cuando alguien te hace enfadar hacen falta cuarenta y dos músculos para fruncir el ceño pero tan sólo hacen falta menos de la mitad para extender tu brazo y abofetear a esa persona con el dorso de tu mano.