Anoche tuvo lugar en la Plaza de Europa del municipio tinerfeño del Puerto de la Cruz otra cita con el XIX Festival Internacional Canarias Jazz & más Heineken. Abrió el espectáculo Yul Ballesteros Quartet dirigido por este guitarrista oriundo de la vecina isla de Gran Canaria. Estaba acompañado por el gran saxofonista Kike Perdomo que hizo las veces de acompañante y magnífico solista. Una nota curiosa es que tanto el batería como el contrabajista eran caras conocidas, se trataba de Ari Hoenig y Orlando Le Fleming respectivamente, artistas que hicieron gala de su capacidad interpretativa el día anterior en el Auditorio de Tenerife.
En esta ocasión el protagonismo recaía principalmente en el guitarrista Yul Ballesteros que, dentro del género del smooth jazz, deleitó a los presentes con una gran armonía a la guitarra tanto en los acompañamientos como en los solos. Lejos de interpretaciones abruptas, todos los músicos hicieron gala de una suavidad y una elegancia excelentes. Sin embargo, el público no quiso insistir demasiado en reclamar un bis, una nota negativa a la impecable actuación.
Después hubo un descanso de unos quince minutos en los que yo aproveché para tomarme una caña bien fresca mientras los miembros del staff retiraban los instrumentos para dejar espacio a la siguiente actuación a cargo de Angélique Kidjo, que venía auspiciada por la Casa África. He de confesar que no conocía a esta artista así que cuando comenzó a cantar enseguida supe que lo que estaba por venir no se podía clasificar dentro del jazz. Cuando empezaron a brotar ritmos que invitaban a estar de pie y bailar comprendí que estando sentado en mi silla no iba a disfrutar lo mismo, pero incluso así continué en mi lugar. Pude observar cómo algunas personas del público que estaban de pie se animaban a bailar y fue entonces cuando irrumpieron en la parte delantera del aforo. La artista hizo gala de una gran capacidad vocal así de unas grandes dotes para el baile, lo cual no hacía sino animar aún más a los asistentes.
Todo el público que hasta ese momento se hallaba retenido en sus asientos se puso entonces de pie, Angélique se bajó del escenario y se paseó por toda la plaza mientras cantaba e invitaba a quien encontraba a su paso a cantar con ella. A partir de ahí el espectáculo se volvió en un completo festival de bailes y algarabía hasta el punto de invitar al público a que subiese para bailar y cantar con ella. Obviamente yo no iba a ser menos y me lancé de cabeza a disfrutar en medio de la multitud de un espectáculo atípico en el que al lado de la cantante y el resto de sus músicos bailamos y coreamos sus canciones.
Como curiosidad, ayer era el cumpleaños de la cantante así que todos los allí presentes le cantamos el «happy birthday». Luego el percusionista trajo consigo uno de sus tambores para que quien quisiera bailara a su ritmo. Cuando terminó la actuación nos invitaron a abandonar el escenario pero ahí no podía terminar, así que de nuevo salieron los artistas para hacer el bis y volver a poner a saltar, bailar y gritar a toda la Plaza de Europa.