Camaleones

Hoy, al llegar de fiesta en La Laguna, me he encontrado con un amigo en la cocina, un perenquén [a.k.a. gecko] adulto de tamaño considerable que se ha escondido detrás del cesto de la ropa. Desde siempre estos animalitos nocturnos han despertado en mí un profundo sentimiento de empatía, no sé por qué.

De pronto ha llegado hasta mi mente el recuerdo de los camaleones, otros animales que me resultan especialmente adorables. Son grandes maestros del mimetismo. El siguiente pensamiento que ha llegado hasta mi mente han sido los distintos encuentros que han ocurrido esta noche. Definitivamente, mientras menos buscas con mayor facilidad eres encontrado, no falla.

Es curioso cómo las personas reaccionan de distintas maneras cuando ven a alguien conocido. Las hay que se alegran, otras se sorprenden y otras intentan pasar desapercibidas retirando la mirada a pesar de haber ocurrido un contacto visual directo.

Tengo una memoria bastante visual y a veces tan sólo me basta con un gesto conocido, un rápido vistazo o un simple detalle anatómico para identificar a las personas. Sin embargo, cuando te encuentras de frente con alguien, nos miramos fijamente durante un instante y luego la otra persona desvía la mirada como si con esa sencilla acción lograse ocultarse o, más bien, simular que no te ha reconocido, me provoca risa.

Es patético.

Ambos sabemos que nos hemos reconocido pero, sin embargo, uno de los dos actúa como si nada hubiese ocurrido. Es entonces cuando, quizás movido por una sórdida intención de venganza, me acerco hasta esa persona y exclamo sorprendido su nombre. Luego se suceden el correspondiente saludo, una conversación absolutamente intrascendente y la despedida.

Otras veces, sin embargo, se dibuja en mi cara una sonrisa socarrona al saberme reconocido y, a la vez, evitado, sobre todo cuando la otra persona no ha sabido ocultar su expresión de sorpresa. Entonces, en lugar de acercarme, actúo como si no hubiese ocurrido nada en absoluto.

Qué estúpidos somos tan a menudo.

Pensamiento del día

No busques y serás encontrado.

Soy simpático pero esto no quiere decir que me quiera acostar contigo.

Escucha y observa con atención, analiza e interpreta la información, comprende y actúa en consecuencia. Esa es manera más adecuada de aprovechar tu vida.

Pensamientos retenidos

Estás sola dentro de tu alma, no sabes nada de ti, ni siquiera sabes lo que ves, el porqué de tus suspiros, lo que hay en tu cabeza, lo que yo sé, lo que sientes, lo que hay en tus sueños… Porque tu vida es sólo eso, un sueño.

Eres una niña acostumbrada a ser siempre exigente, que de pronto cambia su parecer y pierde el empeño. Bueno, te torciste, cambiaste y me dejaste solo, lo hiciste otra vez de nuevo, muy mal como siempre. No dirigiste la mirada hacia el verde terciopelo sobre el que podrías haber caminado en la cumbre.

Querías disfrutar, aunque solo tú y nadie más. Salir, correr y gritar. Querías espacio, algo así como salir de tu vista para después quererme de vuelta y proseguir con el adagio.

Eres una niña muy caprichosa y me lo decían tus grandes ojos de miel cuando miraba en ellos. ¿Cómo podría haber hecho tuyo el mundo que querías si ni siquiera me dejabas hacerlo mío?

Intenté hacerte cambiar pero de alguna manera ya nada importaba, no me sentía igual. Se trataba de lo que tú decías, qué quisieras, cómo te sentías, cómo jugaste hasta el final.

En compañía no respondías al teléfono, pero era un crimen si yo hacía lo mismo contigo. Estabas con tus amigos, que eran más que yo, y luego me exigías atenciones y cariños.

Vivimos en un mundo extraño, salvaje y violento. Yo quería morderlo pero es difícil y tiene espinas. Es un mundo que finge y aparenta sentimientos, un mundo en el que nos comportamos como cosas extrañas.

A menudo fabricamos nuestros cuentos de hadas, pero al despertarnos demuestran ser todos falsos. Despierta, podría ser bueno para ti.

Somos libres para creer y elegir nuestra realidad, los demonios que nos persiguen, pero sé que puede ser difícil esconderse de un monstruo tan grande como tu pequeña mente, que sientes que se traga el universo.

Y yo ya no vivo más con miedo, soy como un huracán que ya no puedes controlar. Me siento bien bajo mi piel y de nuevo comienza mi vida desde cero sin mostrar una duda.

Cada día ante mis ojos hay un remolino de colores, no más blanco y negro, provocado por un big bang que ocurrió hace millones de años. No es tan difícil de entender, así que toma los libros de ciencia y echa fuera todo el egocentrismo.

Soy un hombre con un claro «por qué» y funciono racionalmente a los ojos de alguien que me persigue. Sé que es muy fácil deslizarse y dejarse llevar pero mira por dónde se ha ido nuestro tiempo y habrá alguna evolución en ti.

Recuerdos fragmentados

Resulta extraño a la par que desconcertante el funcionamiento de la mente humana. El hecho de que para una máquina sea tan difícil entender cómo es su propio funcionamiento da una idea de lo limitado que es nuestro cerebro para conocerse a sí mismo. Durante la última semana he tenido sueños extraños no por su contenido sino por lo esclarecedores que han sido respecto a mis propios pensamientos y recuerdos.

De hecho, aún ahora me detengo e intento traer desde el fondo de mi memoria recuerdos que sé que están ahí, detrás de aquel cuadro del museo Van Gogh, debajo de aquella cama con olor a vainilla o junto al ojo de buey de la pared.

Son recuerdos fragmentados, recuerdo unos labios carnosos que rozan los míos, un pelo corto y una nuca de piel pálida y suave, unas piernas bajo una falda azul celeste, unas esclavas de color marrón en verano, una peculiar mancha en el iris, unos pechos turgentes, unos pies con las uñas pintadas de color morado, una voz con acento peninsular que me habla, una toalla blanca enrollada en el pelo, un camisón de color dorado, un sujetador negro con encaje…

Tengo todas esas imágenes impregnadas en algún lugar de mi mente, tan fidedignas como una instantánea que congela el espacio y el tiempo. Cada fotografía corresponde a alguna persona, pero no soy capaz de reconstruir a ninguna completamente. No recuerdo cómo era su voz, no encuentro su olor por ninguna parte, se ha perdido su cara entre tantas fotografías… ¿Tenía los ojos de este color u otro? ¿Era así de alta o quizás un poco más baja? ¿Realmente era así o más delgada?

Sólo poseo pequeñas pinceladas que apenas forman en el lienzo una pintura al óleo inacabada, retratos inconclusos de las modelos que han posado para mí en los que se entremezclan vívidos detalles con zonas difuminadas.

Adiós Tuenti

Cuando tienes una cuenta en una red social a la que sueles acceder una vez al mes en el mejor de los casos o cuando te acuerdas de casualidad debes comenzar a plantearte qué demonios hacer con ella. En mi caso se trata de Tuenti, red social que comencé a utilizar con fines puramente de marketing y acabó siendo un almacén de gente conocida con la que apenas hablaba a través de esta página.

Algo que me preocupa ligeramente es el voyeurismo que existe en este tipo de páginas, en las que tus «amigos» revisan hasta tu última foto, quieren saber qué nuevos «amigos» has añadido recientemente, los comentarios que escribes o te escriben y demás actividades propias de la vecina chismosa que hay en toda comunidad de vecinos. Como no puedes decirles directamente que se metan en sus asuntos pues tienes que tomar medidas de protección de la privacidad.

En mi caso he decidido borrar completamente mi cuenta, así, tal cual. Y lo mejor de todo es que no tengo ningún tipo de remordimiento, qué cosas. Lo siguiente es limpiar la lista de contactos del Facebook lo cual me aventuro a decir que tampoco me va a causar demasiados remordimientos.

No pienso dejar más huellas salvo las que yo quiera dejar.

Pensamiento del día

Dejé mi corazón en Islandia.

Cuando cada día tienes una nueva inspiración para continuar ampliando una historia quiere decir dos cosas. La primera es que tal vez nunca termines de escribirla. La segunda es que al acostarte habrás aprendido algo más.

No todo es cuestión de estrategia, saber dónde mover las fichas en las distintas partidas de ajedrez con las que nos reta la vida. A veces debemos pararnos a pensar por qué y para qué jugamos. En ocasiones nos daremos cuenta que es preferible retirarse y perder la partida que jugarla para perder el tiempo y la vida.