Existen personas que se aferran a las cosas de manera enfermiza.
El grado de exigencia que tenemos con las cosas es directamente proporcional a nuestro nivel de inteligencia.
Cuando explicas algo de manera clara y concisa lo haces pensando que la otra persona es suficientemente inteligente como para entederte a la primera. Cuando tienes que explicarlo de nuevo, ya sabes que es más estúpida de lo que pensabas inicialmente.