Mis ojos inyectados en sangre pasean de un rostro a rostro, de detalle en detalle, sin demorar en cada uno más que un instante, suficiente como para ser consciente de ellos pero sin llegar a memorizarlos. De pronto aparece ella, una isla entre la marea, que se mueve entre los demás pero, sin embargo, se ve arrastrada por la multitud. La reconozco de inmediato, es un alma solitaria rodeada de gente, que se piensa acompañada, absorbida por la ilusión que ella misma ha creado.
Lejos de provocar en mí alguna reacción, su visión me resulta anodina, simplemente la veo como un objeto que una vez estuvo animado. Es lo que es por su propia causa y efecto. Paso a su lado, se percata de mi presencia, parece sorprendida, pero una mirada de indiferencia glacial hace que muera en su boca todo atisbo de conversación. Me alejo sabiendo de su iniciativa petrificada y su mirada penetrante clavándose en mí, como un barco que deja a su suerte al náufrago en las corrientes del océano.
Nunca he sentido compasión por los que reciben lo que merecen.
UNKLE – Lonely Soul