Mis helados y temblorosos dedos se paseaban sobre letras inertes, no en vano intentando ser fuertes ante los embates del destino. Ardieron como fuego los signos llegando certeros los pensamientos mientras las Parcas entonaban cantos para urdir así el telar de mi camino. Y así, de nuevo, a mi alma llegó el frío, recordando viejas heridas ya cerradas que junto al hielo se tornan dolorosas como un asesino con taimado filo. Ante malas compañías más vale solo, pero el corazón sufre estar acorralado y, aunque se defienda el terreno vedado, siempre aparece el amor de algún modo. Terrible palabra y sentimiento es el amor, que hace tambalear al fuerte y al recio mas doy fe, fui y soy enamorado necio, sólo porque una mujer me dio su calor.