Hoy he visto Wall·e, la última película de Disney. La verdad es que es curioso cómo una película con poquísimos diálogos transmite tanto; esto es un claro ejemplo de la comunicación no verbal. Los chicos de Pixar lo han hecho muy bien, me ha encantado la película.
He de decir que en un par de momentos de la película he tenido la lagrimilla preparada, y es que todavía guardo en la memoria la escena de Cortocircuito 2 en la que Johnny 5 es destrozado. Vivo traumatizado con esa escena, es la verdad y, sobre todo, cuando el pobrecillo se arrastra como puede hasta la tienda de electrónica para intentar repararse. Es por eso que me he puesto algo sentimental con Wall·e, aunque no tanto como la chica que se deshidrataba por los ojos con sólo ver el trailer de la película.
Ahora bien, creo que los de Pixar le han dado a Wall·e un aire similar a Johnny 5 aprovechando el tirón que tuvo en su día sus películas y que es un personaje universal de la robótica cinematográfica. No se los reprocho, ha sido una jugada estratégica para enganchar a los ochenteros, a los niños y a sus padres.
Por cierto, hay que ver los títulos finales, haciendo una repaso a la evolución del arte pictórico de la humanidad desde las pinturas rupestres, el impresionismo hasta los dibujos de 8 bits de los videojuegos. Por cierto, Pixar es conocida por poner en todas sus producciones guiños a otras películas que han realizado, y Wall·e no es la excepción. En esta página [en inglés] tienes una lista bastante extensa de lo que los angloparlantes llaman «easter eggs» escondidos en la película.