Cansado de perder el tiempo como relojero loco. Cansado de bailar al son de una titiritera caprichosa. Cansado de ser veleta mecida por el soplo de labios inertes. Cansado de esperar la espera de la esperanza basada en la espera. Cansado de recibir como premio desilusiones por esperar encontrar donde no hay. Cansado de mantener con seguridad mi posición ante una persona insegura de sí misma. Cansado de tener esa sensación de «estoy haciendo el gilipollas».
Pero eso ya pasó porque es todo pretérito perfecto simple, porque lo estuve pero ya no. En mi presente estoy soltando lastre cual globo aerostático con ansias de alcanzar la estratosfera. Así me siento yo después de poner soluciones a problemas por demasiado tiempo postergados. Y es que no hay nada como abandonar las turbulencias del cielo de la incertidumbre para, al fin, poder navegar en mi globo, dejándome llevar por las suaves corrientes y subiendo, siempre subiendo.