De nuevo vuelven a tambalearse los cimientos de naipes sobre los que construí mi bastión para defenderme de ti. De nuevo pisas estas tierras para resecar mi jardín y hacer brotar tus flores, bellas como tú pero venenosas para mi piel. De nuevo llenas con tu perfume el aire que respiro, inflamando mi pecho con aromas que queman como ígneas llamas del color de tu pelo.
Yo, que no te había olvidado, pero había aprendido a vivir sin que irrumpieras en mí, siento que has puesto todo en jaque otra vez, pero esta vez estoy dispuesto a defenderme, porque no quiero volver a navegar por los mares de tu incertidumbre.
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