Cada día que pasa me encuentro a la mente humana más extraña y retorcida. Ayer mismo, después de la paliza anímica que llevaba, si le sumamos que no almorcé ni cené, dio como resultado una serie de pesadillas como jamás había tenido en mi vida. No recuerdo detalles concretos, sólo sé que cerca de las 7 de la mañana me quedé en estado de estupor, en ese estado que no sabes con seguridad si estás dormido o despierto, mirando al techo de mi habitación y viendo lucecitas blancas que aparecían y desaparecían.
Una noche inquieta dio paso a un despertar automático, ya que cuando me di cuenta realmente de que estaba despierto ya me encontraba dentro de la ducha enjabonándome el cuerpo. Salí de mi casa pensando en todo el día anterior, en toda la serie de acontecimientos que se habían sucedido y las repercusiones futuras, hasta que me di cuenta que estaba aparcando el coche en Ifara.
Parecía que todo el mundo sabía qué me pasaba, porque me preguntaban que cómo estaba y al yo decir que había estado mejor todos me daban palabras de ánimo. Mi primera paciente de la mañana me dijo que las personas que me querían me iban a ayudar a salir adelante, y eso que no le dije qué me pasaba realmente. Otro paciente me dijo que todo era solucionable, que no había ninguna situación que durase para siempre y que cualquier pensamiento podía cambiar de un día para otro.
La compi, sólo con ponerme una mano en el hombro me infundió el calor que me hacía falta. Mi amigo y compañero de trabajo me animaba diciéndome de ir a hacer cursos, demostrándome que hay más cosas que hacer en la vida que quedarse estancado lamentándose de que las cosas no salgan como esperamos.
No sé, hoy ha sido un día para recargar las pilas, y aunque no estoy al cien por cien de rendimiento al menos tengo suficiente como para volver a echar a andar poco a poco.
A todos vosotros, gracias.