Voy a enviar una carta a Doña [R] para reclamar que [J] y yo nos permitan cambiarnos en el vestuario de las chicas. Lo que no puede ser es que lleguemos a las 17 y algo, después de un duro día de trabajo y tengamos que aguantar el pestazo a pies sudados, a sobaca o a mierda descompuesta. Es que es insoportable, tener que coger aire antes de entrar al vestuario y soltarlo al salir. Con este entrenamiento respiratorio voy a pensarme seriamente en practicar apnea y hacerle la competencia a Umberto Pelizzari.