Tienes ganas de llevar a cabo un proyecto, una forma de trabajar, de dar mejor atención a tus pacientes. Todo esto supone una inversión personal y, como tal, pedimos una retribución monetaria. Cuando te ponen pegas, excusas tontas y se ciñen simplemente al doble proporcional de lo que estás cobrando, pues te desilusionas bastante. Pasas de ser un trabajador eficiente, un buen profesional con trato inmejorable hacia los pacientes, a una cantidad de dinero a final de mes. Todo esto te va mellando poco a poco, pero es que lo de ayer es muy fuerte…
Ya no podemos almorzar la comida que le dan a los abuelos, no existe el precedente y puede suponer que el resto de personal se revele y también quiera hacer lo mismo. No será por la cantidad de comida que tiran, tal vez les sale más rentable tirarla a la basura que dársela a los trabajadores. Además, tanto que comparan para el salario y demás, no temenos un horario normal, porque entramos a las 9 y salimos a las 17, mientras que los auxiliares salen a las 15, hora buena para llegar a casa y almorzar.
Si todavía sigo trabajando allí es porque tengo algo de esperanza en que se pueda arreglar tanto el salario como lo del almuerzo, siempre que quieran ellos que se arregle. Lo que pasa es que desilusión tras desilusión tengo el ánimo agujereado…