No me sobra el dinero, no creo que nunca llegue a ser rico. Nunca te podré hacer regalos caros, no podré pagarte largas estancias en hoteles, no tendré bienes inmobiliarios ni terrenos extensos que compartir contigo, no podré pasar a buscarte en un coche lujoso… Lo único que puedo ofrecerte es lo único que tengo, yo mismo. Después de todo, ¿no dicen que la riqueza se encuentra en el interior, no en los bienes materiales? A lo mejor me estoy engañando, dándome falsas esperanzas para hacer frente a los valores de esta sociedad. Quiero pensar que todavía existe alguien que cree en el amor romántico, el que no tiene en cuenta cuestiones monetarias, pero cada vez pierdo un poco más la esperanza.