A veces se da la situación en la que son las 3:30 de la mañana, estás de fiesta, rodeado por una multitud danzante y estás realizando un diagnóstico fisioterápico a una chica que se queja de dolor en el trapecio derecho. Valoras puntos gatillo, movilidad articular de las vértebras cervicales, altura de espinas ilíacas, nivel de L4 respecto al ombligo, nivel de espinas ilíacas anterosuperiores respecto a espinas ilíacas posteroinferiores… Es en ese momento cuando te paras durante una décima de segundo, todo a tu alrededor es silencio, te sientes solo en el universo y piensas "joder, esto es vivir la Fisioterapia".
Al final encuentras tantas cosas para tratar que decides decirle a la chica que se pase por tu consulta. Luego te das cuenta que no tienes consulta porque eres un asalariado, pero de todas maneras decides decirle dónde trabajas. Sabes que dentro de 8 horas, cuando se despierte, no va a recordarlo, pero algo en ti se ha encendido: es la esperanza, al igual que una vela. No es que quieras volver a verla a ella, es quieres volver a tener el problema frente a ti y solucionarlo.
No me cansaré de repetirlo una y otra a vez a quien me quiera escuchar [o leer], y no me importa que me crean o no. Yo no veo un culo, veo un glúteo mayor, o un piramidal, o la espina ilíaca posteroinferior, o el nervio ciático mayor. Yo no veo una teta, veo un pectoral mayor, o unos intercostales, o una clavícula, o un pectoral menor. Ahí está la diferencia entre un profesional y otro que no lo es.
Por otra parte, la chica era guapa, eso no se puede negar y tampoco está reñido con la profesionalidad ^_^