Se acabó el Carnaval y como manda la tradición católica ahora tenemos que privarnos de comer carne durante cuarenta [40] días. Como comprenderán, yo voy a comer como siempre sin tener en cuenta esa dieta.
Por cierto, fuimos al Coso con las máscaras, nos grabaron, nos fotografiaron y hasta unos chiquillos nos intentaron robar las lanzas. Luego nos quedamos abajo, comimos, bebimos, estuvimos de fiesta y nos recogimos hasta el próximo año con buen y mal sabor de boca. Bueno por el éxito y la gran aceptación del disfraz, y malo por el ambiente de estos Carnavales, con poca gente en general.
Ah, que lo de la carne también es extensible al «pecado carnal», así que nada de arrumacos, nada de calentarse el potaje [eufemismo] y por supuesto nada de contacto sexual. Me abstengo de nombrar mis intenciones para con estas medidas…