Instrucciones de uso

DSCN0101Hoy me he puesto a ordenar los papeles de mi escritorio y me he encontrado con unas curiosas instrucciones de uso:

Esta es tu vida.

Haz lo que te gusta y hazlo muy a menudo. Si algo no te gusta, toma la decisión y cámbialo. Si no te gusta tu trabajo, déjalo. Si no tienes tiempo suficiente deja de perderlo en actividades innecesarias. Si estás buscando el amor de tu vida, detente; seguramente se presente ante ti cuando comiences a hacer las cosas que realmente te gustan.

Deja de analizar, la vida es más simple de lo que parece. Todas las emociones, positivas o negativas, son maravillosas. Cuando comas, disfruta de cada bocado con detenimiento. Abre tu mente, tus brazos y tu corazón a las cosas nuevas y a las personas, todos tenemos en común que somos diferentes. Pregúntale a cualquier persona cuál es su pasión y comparte con ella tu sueño y tu inspiración.

Viaja a menudo; perderte te ayudará a encontrarte a ti mismo. Algunas oportunidades sólo se presentan una vez, aprovéchalas. La vida se basa en las personas que conoces y las cosas que creas con ellas, así que sal ahí fuera y comienza a crear.

La vida es corta. Vive tu sueño y usa tu pasión.

Más de uno deberíamos empezar a hacer caso al manual.

Símiles

La soledad de la paredHay quien dice que el amor es como un parásito que se introduce en tu interior y que se alimenta de tus emociones para hacerse cada vez más y más grande y ocupar la mayor parte de tu espacio reservado para los sentimientos. Como en toda relación de parasitismo, el parásito siempre conseguirá mayor beneficio de la relación que el hospedador que, de hecho, se verá perjudicado por él. Existen casos en los que dos personas son hospedadores del mismo parásito, aunque no es extraño observar parásitos que se introducen en un único hospedador. Si alguna vez el amor abandone el cuerpo del individuo, éste tendrá que vivir con las secuelas derivadas de la interacción. Hay personas que no llegan a recuperarse nunca de un amor y hay otras que, una vez superado el proceso de recuperación, vuelven a ser atacadas de nuevo por este parásito en una especie de ciclo retroalimentado.

También hay quien sostiene que el amor es un agente patógeno del que no se conoce con certeza el modo de transmisión. Es más, no se ha llegado a aislar nunca en laboratorio ni se ha podido observar directamente, simplemente se conocen los síntomas derivados de su contagio al igual que una enfermedad. La hipótesis es que, de manera similar a un virus, provoca una modificación del medio intracelular de manera que altera la actividad cognitiva normal del individuo. Al igual que ocurre con la teoría del parasitismo, la infección puede ser individual o puede involucrar a más personas, aunque lo normal es que sean dos. Si la infección desaparece del cuerpo de la persona, se producen secuelas muy parecidas a las del parasitismo.

Sea como fuere, el amor es tan complejo que intentar definirlo o analizarlo es una tarea muy difícil. La cuestión es que como un símil del fuego, se alimenta y usa como combustible cualquier cosa inimaginable y cuando se extinguen las llamas, tan sólo quedan cenizas de lo que una vez fue a modo de vestigio de la destrucción causada.

El amor, cuando se disfruta es maravilloso, pero cuando se sufre es lo más horrible que existe, y cuando se desvanece deja heridas que son difíciles de curar.

Pensamiento del día

Fíjate en la belleza si quieres pero quédate con la simpatía, es más duradera.

Siempre hay algún motivo para estar de buen humor aunque muchas veces no seamos capaces de encontrarlo.

Las personas, más que aferrarnos a cosas propiamente dichas, nos aferramos a los sentimientos y emociones que desatan en nuestro interior aquello que creemos que poseemos, bienes materiales o inmateriales, e incluso otras personas.

Revisando la memoria

Fresco y limpioA veces me pongo a rebuscar el mi baúl de los recuerdos particular que es Liberitas y me encuentro frente a frente con mensajes del pasado que dejé escritos como vestigios de un tiempo pretérito. Hay algunos que, bajo mi subjetivo punto de vista, son muy buenos, tanto literariamente como por el contenido; también hay otros que ahora mismo no se me ocurriría publicar pero es lo que tiene escribir pensamientos, no siempre estamos de acuerdo con nosotros mismos. Pero no son solamente fragmentos de pensamientos sino además pequeñas esencias de emociones y sentimientos que los acompañaban el aquel momento.

A menudo recuerdo el mismo instante en el que lo escribía, y las circunstancias que me inspiraron y abocaron a plasmar lo que pensaba a través del teclado. Hoy en día provocan en mi distintas reacciones, a menudo es la indiferencia la que hace acto de presencia pero, en contadas ocasiones, aparece la nostalgia en forma de frases como «si hubiese sabido lo que estaba por llegar» y otras por el estilo. Tengo bien claro que el pasado es inamovible y no me arrepiento del noventa y cinco por ciento de las acciones que he llevado a cabo, pero siempre queda ese cinco por ciento restante que pulula por ahí y alguna vez sale a relucir.

Ayer, sin ir más lejos, encontré uno de esas dosis de recuerdos que me transportó oníricamente hasta el momento en el que comenzaba a conocer a esa chica. Hablaba de cosas tan banales como sus ojos y sus labios, que incluso hoy en día sigo considerando como bellos, lo que me hizo sufrir una serie de saltos espacio-temporales en los que primero estaba en aquella noche en la que nos besamos por primera vez, luego me encontré en un momento eroticofestivo de pasión y lujuria desenfrenados y, por último, en la habitación oscura en la que mantuvimos la conversación que sería el final de nuestra relación.

Las dos primera situaciones despertaron en mí la nostalgia que provocan los recuerdos agradables cuando aparecen en momentos de estado anímico bajo pero, sin embargo, la última me resultó tan anodina e indiferente que lo único que consiguió fue reforzar la sensación triunfal de haber hecho lo justo y necesario.

Pero claro, este es sólo un ejemplo, no siempre se obtienen los mismos resultados.

Recompensa

Te he visto pasar junto a mi lado
pero no ha sido de manera indiferente pues,
en ese preciso instante, despertaron emociones
largo tiempo dormidas dentro de mí.

Ciertos recuerdos se revolvieron en mis entrañas
al igual que fantasmas de aquellas cosas que alguna vez sentí.
Bien sabes que fuiste mi locura y mi desesperación,
y también sabes que estuve locamente enamorado de ti,
pero eso ya forma parte del pasado, ya es historia,
como retales de memoria son momentos que una vez sufrí.

No te guardo rencor por tu ausencia porque, para llegar a sentirla,
tendrías que haber sido mía alguna vez, pero
tú y yo sabemos que eso nunca llegó a ocurrir.
Heriste este pobre corazón en aquella noche
con un puñal asesino de frío olvido,
agonizando en el suelo, desangrándose hasta morir.

Te he visto pasar junto a mi lado
y pude observar que mostrabas pena y tristeza en tu faz.
No es alegría lo que me provoca pero,
ten por seguro, compasión no voy a sentir.

Lo que tienes es la recompensa por tu trato,
las consecuencias de todos tus actos,
y tendrás que soportar tu pesada carga
como yo una vez lo tuve que hacer por ti.

Pensamientos apócrifos

A veces logramos encontrar un lugar donde poder echar una mirada hacia nuestro interior y es entonces cuando afloran hacia la superficie multitud de ideas que quizás llevaban demasiado tiempo bajo las densas aguas del pensamiento racional.

Uno de los mayores errores del ser humano es pensar que el corazón, tratándose de un músculo involuntario, es el responsable de las emociones. ¿Por qué no un bíceps o un cuádriceps? Esta idea surge debido a que cuando recibimos algún tipo de información con una gran carga emocional se produce en nuestro pecho una punzada, a menudo dolorosa, que interpretamos como una herida en nuestro corazón. No es más que una contracción violenta cuyo origen se encuentra en otro lugar.

Las emociones y los sentimientos tan sólo se encuentran en nuestra mente y pueden llegar a ser tan poderosos como para influir directamente sobre el funcionamiento de otros órganos de nuestro cuerpo como, por ejemplo, el propio corazón. Es una idea romántica el considerar a este órgano como motor de la vida y de las emociones, pero nada más allá de los versos de amor y tristeza. Bombear sangre a todo nuestro cuerpo es un trabajo suficientemente intenso como para andar preocupándose de otros menesteres.

Se trata de una mentira, piadosa o no, pero nada más. Como en todo, hay quien sabe mentir mejor y peor. No me gustan las personas mentirosas pero confieso que en ciertos aspectos admito que hacen gala de una gran memoria ya que deben recordar todos los detalles de la verdad y, además, aquellos detalles concernientes a su mentira. Por si esto no resultase suficientemente complicado, además tienen capacidad para hacer creer en su falsa veracidad.

No importa lo grande que sea la mentira sino lo bien que logres aparentar que se trata de una verdad. Esta es la máxima en este mundo de apariencias en el que muy pocas cosas son realmente ciertas salvo las pérdidas. Es algo que nos une, independientemente de nuestras diferencias, todos perdemos algo en nuestra vida. En ocasiones ocurren más a menudo de lo que desearíamos y casi siempre son tomadas como acontecimientos negativos. La clave radica en la capacidad personal de interpretarlas como nuevas oportunidades que surgen para marcarnos nuevas metas a alcanzar.

¿Quiénes somos? Podríamos afirmar que somos ese conjunto de creencias que cada individuo ha creado sobre sí mismo, y es verdad, pero además de esa propia imagen que hemos forjado sobre nosotros mismos también somos todas esas imágenes que cada persona que conocemos ha construido sobre nosotros. Soy un hombre de fuertes convicciones y hay muy pocas personas que me importen lo suficiente como para que la imagen que han formado sobre mí me preocupe pero, afortunadamente, no todo el mundo es igual.

Creo que esas personas que aparentan son las que más preocupadas están por esa imagen externa que existe sobre ellas ya que, al fin y al cabo, su mundo se basa en reflejos sobre máscaras de porcelana, maquillaje emocional, materialismo superfluo y capacidad de mimetismo. En realidad estas personas despiertan cierta lástima ya que su autoestima depende directamente del juicio de los demás. Además, obligarse a no ser uno mismo muestra una actitud vacía y triste ante la vida y las relaciones interpersonales. Personalmente prefiero ser odiado por ser quien soy que ser querido por aquello que aparento ser.

Hace tiempo, y basándome en la experiencia, sostenía que existen personas que no están preparadas para mantener una relación de pareja pero una vez más me equivocaba en mi razonamiento. Todo el mundo está preparado para tener pareja, tan sólo es cuestión de encontrar a alguien compatible, alguien afín a tus intereses, a tu forma de pensar y actuar. La confianza en uno mismo es fundamental, creer en las propias posibilidades, esperar lo mejor y prepararse para lo peor.

No son más que pensamientos apócrifos, estos pensamientos y más se encuentran en Adiós, amor.