Lo que pasa es que soy exigente

Tengo que reconocer que parte de mi inspiración surge del circo que es Facebook pero no siempre es así. Ayer, anoche para ser más concreto, pude disfrutar de un espectáculo surrealista a la par que histriónicamente jocoso. Pongámonos en situación: un grupo de amigas, el primo de una de ellas y yo. De pronto sale el tema de estar soltero y que no se podían explicar cómo una de ellas se encontraba en esta situación, esto último con un tono que hubiese hecho saltar las alarmas de cualquier detector de sarcasmo.

La verdad es que me interesaba saber a qué se referían, sobre todo cuando la chica puso cara de orgullo autosuficiente mientras decía que lo que pasaba es que ella era exigente. La curiosidad hizo que me abalanzarse sobre mi presa cual irbis hambriento y le preguntase qué era lo que ella pedía en un hombre.

A mí me gustan los tíos altos, rubios, fuertes, guapos, cariñosos, inteligentes y que me quieran. Ah, eso sí, que tengan pasta y que sean unos yogurines [sic].

He de aclarar que esta chica está al borde de los treinta años, lo cual no siempre presupone cierto grado de madurez mental pero podríamos decir que se debería intuir. Así que cuando escuché aquello saltó la alarma de mi detector de estupideces y le tuve que preguntar qué se suponía que ofrecía ella.

Condescendet Wonka

Creo que los allí presentes no se dieron mucha cuenta que más que una pregunta era un insulto combinado con una suave bofetada de realidad, pero sin acritud. Mi tesis es la siguiente: si pretendes engatusar a un tío que tiene dinero y dar el braguetazo del siglo, o eres un pedazo de tía buena [a mis ojos era diametralmente lo opuesto] que satisfaga los deseos eroticofestivos del muchacho o es que el pobre no es demasiado inteligente y no ve venir que eres una lagarta aprovechada.

Mira mi niño, yo tengo dos carreras: Biología y Ciencias Ambientales. Tú sólo tienes una carrera, y de tres años nada más, ¿no?

Esto lo lanzó como arma arrojadiza, la cual pude esquivar sin que me provocase ningún rasguño. Más bien contraataqué con un elegante estoque y le tuve que responder que efectivamente, Fisioterapia es una carrera de tres años, ahí no había discusión alguna. Sin embargo, yo no entendía por qué con dos carreras su máxima aspiración en la vida era [según sus amigas y su primo] encontrar un tipo rico que la mantuviese mientras pasaba todo el día con sus amigas tomando barraquitos y paseando por ahí. Tal vez le daba igual porque podría presentarlo a sus amigas como quien enseña un florero o viceversa, ser ella el florero de él.

Lo más trágico de todo es que lo que ella decía era completamente en serio, según corroboraron mis fuentes posteriormente. En aquel momento, por debajo de las risas de los allí presentes, se escuchó el sutil ruido de su amor propio resquebrajándose y se atrincheró tras la excusa de sentirse herida por haber sido llamada florero. Luego comenzó la parte más psicodélica de toda la noche, la terrible leyenda del novio muerto.

-Mira, yo tuve un novio…

-¿Y qué tal te fue con él?

-Muy bien, muy bien.

-¿Era alto, rubio, fuerte, etcétera, etcétera?

-Sí, y muy inteligente: hablaba cuatro idiomas.

-¿Y por qué no estás con él? ¿Qué pasó?

-Se suicidó.

-… ¿Pero dejó alguna nota en algún idioma de los que hablaba?

-No, ninguna.

-Entonces, ¿por qué se suicidó?

-Estaría deprimido.

-No me imagino por qué, la verdad…

Mis fuentes no han confirmado aún si esta escalofriante historia digna de una noche de fiesta de pijamas es real o no, pero la verdad es que suelta un tufo a mentira que tira para atrás. Yo opté por no seguir hablando directamente con ella porque estaba a mi lado y tenía un vaso de vidrio en la mano. No quería ser la próxima víctima de una psicópata, así que después de eso las últimas palabras que le dirigí fueron un escueto «hasta luego» y con bastante cuidado al darle un beso de despedida.

Retrato robot del novio fantasma

Yo por mi parte estoy tranquilo; si los terremotos de anoche no lograron despertarme dudo mucho que el fantasma de un rubio políglota me vaya a quitar el sueño.

Quisiera

Tutorial - after

¿De qué sirve querer algo si no se hace nada por conseguirlo? Es un deseo suspendido en el aire que va consumiendo poco a poco lo que hay a su alrededor, como una estrella que brilla cada vez con mayor intensidad y puede llegar a quemar.

Quisiera callar a veces de pronto nuestras conversaciones
usando mis taimados besos y caricias como coartadas,
componiendo con tus suspiros una sinfonía de placeres,
escribiendo con mi boca canciones en tu cuello y tu espalda.

Quisiera ser para tu erótica música ese baile sensual,
acaso pincel que regala sueños de colores a tu lienzo,
mientras tus uñas rasgan el frágil velo que protege mi piel
y mis dientes señalan en tu mapa la equis de tu tesoro.

Quisiera ser ese lunar que me tienta caprichoso y travieso
para así permanecer más cerca de tus labios y tu sonrisa,
y hacer que mis dedos se enredaran entre tu pelo revoltoso
como riendas en las manos del jinete que cabalga aprisa.

Quisiera verte cimbrear las formas que bajo tu ropa siento
igual que la caña de azúcar que bajo la fiera tempestad
se mece, se dobla y después del impetuoso azote del viento
se revela tan dulce para reclamar de nuevo su lugar.

Quisiera ser para ti esa lluvia de tibias gotas saladas
que se atreve a caer perlando todo tu cuerpo de sudor
y consigue inundar tus pensamientos con húmedas promesas
en una tormenta apasionada de placeres sin pudor.

Quisiera naufragar en tu océano de impetuosas corrientes
para aferrarme a tu pecho como aquel marinero perdido
que crea una balsa con los restos del que fuera su navío
para finalmente en los bajíos de tu cuerpo quedar varado.

Quisiera permanecer en la frondosa isla de tus encantos
y convertirme por un sortilegio en un pequeño colibrí
para libar el acaramelado néctar, siempre volando,
de esa flor tropical tan celosamente guardada en tu jardín.

Quisiera conseguir dejar de soñar con todas estas cosas
pero me es imposible porque toda tú eres una fantasía,
figura retórica e inspiración de mis versos y mi prosa,
la viva imagen de mis anhelos, todo lo que mi cuerpo ansía.

Sin embargo, ¿de qué sirve querer escapar si no se puede hacer nada por evitarlo?

A la biblioteca

Biblioteca

Alguien se va a estudiar a la biblioteca y ese pequeño gesto me sirve de inspiración para un par de versos.

Entre páginas

En el papel traté de encontrar una idea
que meciera a mi mente como la marea
y dejase en la arena a mi barca varada
como un náufrago que por fin llega a la orilla.

Pero sé que en libros no voy a hallar respuesta
pues no hay palabras que destilen tu belleza.
Es una búsqueda de una utopía vana
que no me ofrecerá consuelo ni alegría.

Entonces te miro y de mí brota poesía,
y como si se tratase de una indulgencia
mis labios tan sólo esperan probar su esencia
pues tú eres mi fuente de agua fresca y limpia.

Los libros pueden ofrecer palabras que ayuden a expresarnos pero la verdadera inspiración nace de aquello que hace que nuestro corazón se agite.

La ecuación de la distancia

Una vez más, el «Feisbuc» me ha servido de inspiración para escribir uno de mis famosos desvaríos. Esta ha sido la frase detonante:

La distancia no la marcan los kilómetros, sino las personas.

La mayor distancia que puede existir entre dos personas no depende de los metros sino del grado de interés. La siguiente ecuación lo explica:

La distancia aparente (la) es igual a la distancia real (l) partida por el grado de interés (int).

Puede parecer simple, pero tomando la distancia real como constante veamos cómo puede influir la variable int en el valor de la distancia aparente.

Si tomamos el interés «normal» como valor 1, el valor de la será igual a l.

Un interés «normal» no tiene influencia alguna entre la distancia aparente percibida por la persona y la distancia real. Este valor suele aparecer cuando la balanza no se ha inclinado hacia ningún lado, algo así como que da un poco igual. Personalmente creo que es un valor teórico que sólo debe ser considerado como punto de referencia del sistema.

Si el valor del interés es superior a 1, el valor de la será inferior a l.

Cuando comienza a aparecer algo de interés, por infinitesimal que sea, la distancia aparente percibida siempre será menor a la distancia real. Esta es la base de la predisposición que existe en el seno de una relación interpersonal y que a casi todos nos encanta.

Si el valor del interés es inferior a 1, el valor de la será superior a l.

Si el interés va desapareciendo de manera paulatina el valor de la distancia aparente percibida irá aumentando, algo así como una regla de tres simple inversa. Si en el anterior caso existía predisposición, en este lo que ocurre es que comienza el uso de excusas para justificar la falta de iniciativa. Como decía aquél, quien quiere algo encuentra una manera; quien no quiere nada encuentra una excusa.

Por último, si aceptamos que el menor valor posible para el interés es 0, el valor de la será infinito.

Este caso sólo puede ocurrir cuando no existe una relación interpersonal, ya sea porque ésta no ha iniciado o porque se ha llegado a su fin dando como resultado aversión.

c.q.d.

Zwitterion

Zwitterion

La Ciencia a veces puede ayudar a decir cosas cuando la inspiración llega de pronto. No es una buena poesía, lo sé, pero como ejercicio retórico me ha parecido muy interesante.

Zwitterion

Quisiera ser anfolito para tu homeostasis
y así como zwitterion ayudar a tu pH
ofreciéndote mi capacidad dipolar.
Aceptaría gustoso todas tus bases
o si acaso tu sangre se acidificase.
Sólo déjame en tu medio interno estar.

Una molécula sólo puede funcionar como zwitterion si el pH de la disolución en la que se encuentra es el adecuado. Si es que como metáfora no está nada mal…

Inspiración acuática

1940.Garachico Temporal

No sé qué ocurre en la ducha, pero para mí funciona como fuente de inspiración. Debe ser el agua…

Esperar

Esperar por tu amor es aguardar una tormenta
que antes de ser furia y caos fue una tranquila calma,
pero al igual que aquel reo espera final sentencia
y que con gran vehemencia inocente se declara.

Esperar por esos labios a mi ser no apacigua
y tu piel a mi piel cual dulce tentación se antoja,
mientras llamas de inquietud de mis entrañas afloran
tratando en vano despertar de ese sueño a tu alma.

Esperar por ti es un mal capricho que se desea
como el hambriento que mira el fruto que ha madurado,
como todas esas letras que a tu nombre dan forma
y con las que mi abecedario ansía ser completado.