Reflexiones e inflexiones

Il Colosseo de nocheHay demasiadas cosas que intentar cada día de nuestra vida, y en el camino surgen problemas aparentemente sin solución. Muchas veces te caes y ves el suelo tan cerca, con tantos problemas de repente sobre tu espalda, que parece que no tienes fuerzas para levantarte.

Pero no puedes dejar que te retengan, no puedes dejar que te obliguen a arrastrarte por el suelo.

Cada día, en cada momento, tienes nuevas razones para reflexionar sobre esos problemas. Puedes quedarte con ellos y que te hagan llorar, o puedes obligarte a continuar, darte cuenta que en realidad están ahí para ser superados y ayudarte a mejorar.

Pero otras veces reflexionamos, no porque tengamos problemas, sino porque tenemos dudas. Y observamos, y analizamos, y recapacitamos, pero no encontramos solución. Y entonces pensamos, ¿realmente es importante? ¿Realmente vale la pena?

Es entonces cuando el valor de esa duda se hace patente y, si realmente merece ser resuelta, usaremos nuestra energía para salir del fango de la incertidumbre. Pero, si por el contrario, el rédito del esfuerzo es pírrico, simplemente haremos acopio de la fuerza cimentada en la indiferencia. Y la duda no será más que otra pregunta que se llevará el viento del tiempo y el olvido.

Cada día, en cada momento, puedes tener un punto de inflexión. Es en ese momento en el que te das cuenta que no te pueden mantener abajo, no puedes permitir que te empujen y te hagan caer, no te pueden retener y no dejarás que lo hagan.

Porque cada vez que escales una montaña o nades contra la corriente que te arrastra a las profundidades tendrás una nueva experiencia de la que aprender, y te volverás más fuerte.

Decisiones

DSCN0100¿Conoces esa sensación de saber que algo es un error? Seguro que sí. Vas a tomar una decisión y antes de hacerlo ya vaticinas que el resultado será desastroso. Sabiendo esto, ¿qué vas a hacer: tomarla o no?

¿Y si se convierte en una profecía autocumplida por el simple hecho de pensar que es errónea? Y te regodearás en tu poder deductivo, en ver la verdad tras los detalles desde tu estudio en el 221B de Baker Street. Y gritarás al mundo desde lo alto de tu garganta «a la mierda» para tan sólo escuchar el eco dentro de tu cueva como respuesta.

¿Y si resulta ser todo lo contrario y te sorprendes? Y te sorprenderás, lo sabes, aunque sea un poco, a pesar de haber visto ese milagro consumarse otras tantas veces, como el agua en vino. O la transformación del simple interés, por arte de alquimia, en besos pasionales y caricias desnudas. Y te flagelarás por ser tan previsor y tan idiota, por haber pensado tan mal, y saber que la ebriedad te durará hasta que la resaca de la consecuencia te golpee en el estómago.

¿O es que conoces todos los pros y los contras? Con ese análisis pormenorizado, sistemático, prospectivo, en un cóctel triple seco que nubla tu mente porque te recuerda a su perfume, aquel que te hacía soñar y ahora te destroza el ánimo. Y te emborracharás de estadísticas y referencias y probabilidades, para llegar a la conclusión de la teoría general de la relatividad de tu propio caos.

¿O acaso posees dotes de clarividencia o simplemente te lo estás imaginando? Pero ahora te das cuenta que te han servido de poco y mal, porque no estarías aquí si lo hubieses previsto cuando debías hacerlo. Y verás que eres un iluso, un simple ilusionista de pacotilla, que inventó sus propias ilusiones para acabar con la desilusión como premio.

¿Pero es una decisión que debes tomar ahora mismo o la puedes postergar al menos el tiempo suficiente para volver a tomar en consideración toda la situación? Y te dolerá la cabeza de zarandear las ideas dentro de ese espacio vacío, hasta que veas una mota de polvo que brilla en la oscuridad. Y pensarás que esa es la luciérnaga a seguir, aunque te guíe hasta la llama de la vela donde al final te tocará arder. Y te quemarás, y te dolerá el corazón, porque eres humano después de todo.

DSCN0089Da igual, de nuevo te encuentras en ese campo de batalla, tan antiguo y conocido para ti, y de nuevo no sabes a qué bando unirte. Evalúas tus opciones en base a las circunstancias, pero las muy cabronas tienen la manía de cambiar a cada instante, confundirte, indicar una dirección para luego dar la vuelta a la brújula de tu evaluación. Y es entonces cuando aceptas que tu sistema de referencia se modifica constantemente y no es estable… Como la vida.

Porque tu vida eres tú y tus circunstancias. Y tener remordimientos pesa en el alma y en el corazón, pero tener la conciencia tranquila es señal de mala memoria. Y lamentarse por las decisiones pasadas es una tontería, porque no las puedes cambiar, pero no aprender de ellas es desaprovechar la ocasión. Ellas simplemente están ahí para enseñarte algo importante, aunque sólo si las quieres escuchar.

Ya está bien de divagar y posponer lo inevitable, de evitar enfrentarte a tu reflejo. Al final reúnes un poco de valor a partir de los fragmentos de tu cobardía y te miras en el espejo. Tienes muchos consejos que dar a tu yo del ayer, y ninguna certeza que regalar a tu yo del mañana. Pero lo que vas a hacer ahora, la decisión que vas a tomar, esa es tuya, exclusiva y egoísta, sólo tuya y no podrás exigirte responsabilidades desde la tribuna del después.

Porque pocas veces te has arrepentido de tus palabras o tus acciones. Y no es porque no te hayas equivocado, porque sabes que lo has hecho muchas veces y te sobran motivos. Pero tú sabes que sólo se puede ser veraz a través de las palabras y las acciones sinceras, y la sinceridad no puede ser motivo de vergüenza, culpa o contrición. La verdad duele una vez nada más, pero las mentiras hacen daño cada vez que se recuerdan.

Ya casi ha llegado el momento. Esa persona frente a ti se parece mucho a aquella que guardas en tu memoria, y en sus ojos puedes ver las cosas que una vez te contó: los sueños que tenía, sobre una tierra verde y negra, de montes y minerales, sobre viajes lejanos y el conformismo de la cercanía. Aquellos ojos te miran ahora tras las gafas del recuerdo, cansados de noches de insomnio compartido, pero no contigo, y demasiado orgullosos para hablar de sentimientos.

Sabes que en este juego sólo hubo perdedores, porque la indiferencia fue ganando poco a poco la partida. No te importa el haber perdido, lo que realmente te jode es esa molesta sensación de haber perdido algo más importante: el tiempo y la ilusión. Porque mientras la bola daba vueltas y la ruleta giraba, ella decidió cambiar de mesa y de casino, montarse en un tren y acabar en la cama de otra ciudad. Porque fuiste tú quién apostó todas sus expectativas al «futuro» y ella sólo unas pocas fichas al «de momento».

DSCN0042Ya no te resulta raro ese sabor amargo, la punzada en el pecho y el escalofrío que recorre todo tu cuerpo. Ya no eres aquel niño acostumbrado a que todo saliese como estaba planeado. No, nadie te enseña a perder, nadie se acostumbra a eso, y te toca a ti aprender a base de combatir contra la experiencia. Y ella sabe pelear, y sus golpes te machacan las entrañas, y el dolor y los hematomas te explican la lección demasiado tarde para ese examen.

Pero aprendes un poco más para el siguiente, quieras o no. Y también aprendes que cualquier decisión que tomas va en contra y excluye a todas las otras que has descartado y no tomarás. No son más que probabilidades y posibilidades intangibles, en manos del azar y la incertidumbre, viejos espejismos conocidos que no quieres perseguir. Porque la incertidumbre, a pesar de hacer daño en cada instante de duda, es abono de la esperanza. Y la esperanza, como su nombre indica, es esperar en perpetuo sufrimiento, pero eso de sufrir por causas perdidas nunca ha sido tu asignatura preferida.

Ella sigue ahí, frente a ti, mirándote en silencio, pero te embarga esa tensa quietud que precede a toda tormenta. Tienes la seguridad de que no todas las cosas llegan a su fin, sólo aquellas sobre las que puedes decidir.

Y ahora es cuando decides.

Pensamiento del día

Uno no elige a sus seguidores, son ellos quienes tienen la libertad de elegirte a ti.

La buena compañía es aquella con la que puedes estar sentado a su lado sin hacer absolutamente nada y, sin embargo, te parece el mejor plan que podrías tener.

Si aceptas que se trata de una pérdida de tiempo y que no tiene solución satisfactoria para con tus intereses te será mucho más fácil sobrellevar la derrota, y la indiferencia te mostrará que en realidad se trata de una gran victoria.

Pensamiento del día

Algunas personas parece que brillasen por sí mismas; otras sin embargo basan su resplandor en cuánta luz pueden reflejar.

La vida es un camino cuyo placer no reside simplemente en ser recorrido.

Cuando decimos que algo o alguien «no vale la pena» en realidad se trata de un eufemismo que implica que ese algo o alguien provoca en nosotros tristeza y, debido a esto, no nos compensa ni el tiempo ni el esfuerzo que invertimos; en estos casos más valdría echar mano de la indiferencia y orientar nuestro interés hacia otros menesteres.

Pensamiento del día

Striking Stache

Algunas ideas son demasiado inflamables como para ser expresadas en voz alta.

Aunque a menudo se suelen usar de manera indiscriminada como sinónimos, en realidad los conceptos de sencillez y simplicidad son muy distintos.

Tengo muchas historias y cada vez que cuento esa en particular siempre surge la misma pregunta: «¿y cómo es que pudiste hacer eso?». La verdad es que es muy fácil cuando la otra persona te importa tan poco; lo realmente difícil es llegar hasta ese grado de indiferencia.

Pensamiento del día

Cualquier persona no sirve como pareja de baile.

Algunos individuos encajarían mejor en la raza porcina, el único problema es que en su caso hay muy poco que se pueda aprovechar.

Cuando la elección entre dos opciones te resulte indiferente no lo digas, simplemente da tu opinión diciendo que no tienes predilección por ninguna y así quedarás mejor; la gente no suele tomarse bien la indiferencia.