Control

Tú iluminas mi habitación con tu piel desnuda
y lo cierto es que no me gusta la oscuridad.
Las luces son demasiado brillantes, o eso dices.
Mejor las apagamos y empezamos a conversar.

Tu mirada en la oscuridad te delata, sé que me deseas,
pero si prefieres puedo actuar como que no lo sé...
¿Quién enciende la luz? De nuevo nos ha amanecido.
Te vistes y coges tu abrigo, tienes que irte otra vez.

Ante todos actúas como si no me hubieras visto.
No pasa nada, he aprendido que puedo aparentar.
Estamos conectados, no ocultes los sentimientos,
pero claro, no está bien, el miedo al qué dirán.

Pero me siento atraído por la manera en que te mueves
y me tienes ahogándome por las cosas que sabes
y ahora ya nada puede detenerme.
No estoy teniendo en cuenta las reglas,
porque esto está fuera de todo control.

No trato de buscar las palabras adecuadas
porque ya las has escuchado cientos de veces.
Ya es demasiado tarde, sé que te tengo atrapada.
Al diablo con las reglas, ¿quién las impuso?
Todo esto se escapa de nuestro control.

Todo lo que nunca hice

Huidas o regresos
Nunca vi amanecer hasta que pasé despierto una noche a tu lado
Nunca vi la luz del sol hasta que apagaste las luces de la habitación
Nunca vi mi hogar hasta que estuve demasiado tiempo lejos
Nunca sentí un latido hasta que escuché tu corazón

Nunca vi el mar hasta que me mudé tierra adentro
Nunca vi la luz de la luna hasta que brilló sobre tu piel
Nunca vi tus lágrimas hasta que rodaron sobre mi mejilla
Nunca olí tu pelo hasta que el perfume de tu cuerpo se fue

Nunca medí las distancias hasta que nos separó un cristal
Nunca vi las fronteras del mapa hasta que viajé en aquel tren
Nunca dije "te quiero" hasta que no pude susurrar a tu pecho
Nunca supe que me fui de tu lado hasta que te necesité

La ausencia como compañía

Nueva Plaza de España [IV]No es fácil estar lejos, ser extranjero en tierra extranjera. Un animal acuático lejos del mar, un molino de viento sin su alisio, un cuerpo frío que no entra en calor. Pero como un navegante que no conoce su rumbo en la noche, miro al cielo buscando una estrella marcando el camino.

Y te encontré.

Cada vez que pensaba en ti, antes de que llegaras, te echaba de menos. Cada vez que tú o yo salíamos de la cama, extrañaba tu piel.  Y antes de cada despedida anunciando que te marchabas de mi lado, anticipaba el sabor de tu partida.

Me preguntaste si lo iba a hacer y te dije que no. Te dije que no iba a llorar, y no lo hice por ti, por no hacer del adiós algo aún más difícil. Y tú tampoco lloraste, aunque en tus ojos veía ese particular brillo que acompaña a la tristeza. Lo sabes y lo sé, las ganas estaban ahí y las lágrimas brotaban hacia adentro, hacia ese espacio entre el alma y el corazón.

Otra vez me acompaña tu ausencia, los días y las noches, y de nuevo en amaneceres en que mi pequeña cama parece un palacio vacío, sin un calor que encienda su fuego.

Hasta que yo vaya a ti o tú vuelvas a mí, y nuestras ausencias se hagan de nuevo compañía mutuamente.

Pensamiento del día

Lo que llevas puesto no es lo más importante pero sí que puede marcar una diferencia.

Muchas improvisaciones han dado muy buenos resultados.

Busca a alguien a quien poder regalar atardeceres y robar amaneceres, con quien confundir la mañana con la noche y un día con otro; en resumen, una persona con la que vivir momentos y disfrutar instantes.

Pensamiento del día

Compartir un amanecer o un anochecer hace que se conviertan en momentos mágicos dependiendo de la compañía.

Todo el mundo tiene un precio, y a veces su precio es tan bajo que pueden ser comprados con dinero.

La mentira es una forma de crear en la mente de los demás una ilusión de aquello que desearíamos que creyeran pero que no concuerda con la realidad.

La melancólica belleza de lo sempiterno

melancholyQué bonito se pone el cielo cuando amanece o anochece, con esos tonos rojos pintados por la naturaleza. Es entonces cuando me paro a pensar «¿cuántas veces he visto amanecer o anochecer?». Recuerdo aquellas tardes en La Gomera, echado sobre la arena aún caliente de la playa mientras el sol desaparecía en el horizonte lanzando sus últimos rayos sobre mí. O aquel verano en La Palma, cuando sentado sobre el muro de la azotea o mecido tranquilamente en la hamaca del jardín pensaba que allí más allá, en el oeste, había un océano que me separaba de otro continente. También recuerdo aquellos amaneceres después de una noche de fiesta, cansado, con sueño, pero aún con ganas de volver a ver esos colores en el cielo. Aquellas veces que nos sorprendió la claridad en Carnavales como señal para volver a casa en la guagua…