El contrato

Escuchas el redoble de tambores,
ruido conocido largo tiempo atrás.
En tu pecho una tormenta,
golpear violento de un corazón indomable
ante la imagen anhelada de la belleza.

Ella, siempre es ella,
endiosada figura vestida
desnuda bajo la mirada del deseo.

De pronto, sacudidas recorren tu cuerpo
despertándote de la hipnosis 
por sus formas.
Un olvidado péndulo que de pronto oscila
rítmico, se detiene, regresa,
para de nuevo repetir su paseo.

¿Amor? Tal vez,
o tal vez no lo sea, sólo pasión.
¿Realmente importa en este momento?

Cuando dos bocas firman un contrato
nadie asegura su duración,
tan sólo se desea que no acabe.

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