Sé feliz con lo que tienes porque es lo que otros desean.
Si sabes que alguien intenta tomarte el pelo primero dale cierta confianza para luego aplicar un correctivo ejemplar; no permitas que nadie te vacile y quede impune por ello.
Mucha gente ignora la gran importancia que entrañan las proporciones; al igual que tenemos dos ojos, dos oídos y una boca a menudo deberíamos escuchar y observar el doble pero hablar la mitad.
Toda gran idea comenzó inicialmente como un pequeño pensamiento.
No busques calor donde sólo puedes encontrar frío, es una pérdida de tiempo.
Cualquier religión no es más que un conjunto de supersticiones adornadas con moralina que se han convertido en dogmas a base de ser repetidas de manera sistemática.
Venero tu imagen como un devoto lo hace arrodillado ante una figura sagrada, como el salvaje que mira con temor un ídolo que encierra en su interior magia antigua, porque tus ojos son dos faroles que alumbran mi camino y sin ti ando perdido en la oscuridad, ciego en el mundo.
Bendigo hasta el sonido del roce de tu ropa, y cada palabra que dices es como una nota que forma la sinfonía que nace en tu boca y se deposita dentro de mi pecho, porque hasta que mis oídos escucharon tu voz había permanecido sordo ante el mundo de la música.
Disfruto cada uno de esos momentos en los que diviertes con tu pelo perfumado mi olfato, cuando el aire que respiro es la brisa que brota de tu interior, y es que no imagino fragancia más sublime que la que regalas cuando estás a mi lado.
No conozco manjar que pueda calmar el ansia que mi paladar siente por tu sabor, ni el más elaborado licor puede lograr aplacar la sed que siento por tu néctar.
Adoro cuando la piel que te abriga y te da forma hace mil cosquillas en mis manos desnudas, si acaso tu suave mejilla aguarda paciente para al fin acercarse hasta tocar mis labios o cuando tu cuerpo me abraza con firmeza desde dentro del redil que forman mis brazos, porque eres tú mi tacto y el braille que me ha de enseñar.
Ocupas mis cinco sentidos, no lo puedo evitar. Sin embargo, a veces el tibio rocío de tu mañana se posa sobre mis ojos para luego caer arando profundos surcos de agua y sal en mi cara. Son esos momentos en los que me doy cuenta que yo siempre te busco mientras tú no me quieres encontrar, y es que una misma dirección puede tener sentidos opuestos.