Mierda Markt, te crees que soy tonto

Hoy precisamente he ido al Mierda Markt [a.k.a. Media Markt] de Añaza a devolver un Samsung P2270 comprado el sábado y con un bonito píxel atascado de color rojo. El tiempo de uso del monitor ha sido de ±1 día, y la distancia recorrida fuera del embalaje ha sido de ±3 metros, que quede constancia para posteriores detalles que relataré.

Pues bien, el susodicho píxel rebelde aparecía al mostrar la imagen completamente en negro y a pesar de múltiples intentos con JScreenFix, suponiendo que fuese un píxel atascado en lugar de muerto, no había manera de solucionarlo. Echando mano de la garantía de Samsung, leo para mi satisfacción que durante los 7 días siguientes a la fecha de compra aseguran una garantía de cero píxeles muertos o si no, cambio inmediato de la pantalla.

Pues nada, después de unos 30 minutos de espera me dirijo al mostrador donde le explico a un inepto la situación que se ha dado con el monitor. Coge la caja, se la lleva a un lado, la abre, saca la pantalla y se pone a inspeccionarla. Me empiezo a mosquear cuando se la lleva fuera de mi vista, detrás de la cristalera y luego sale de nuevo en busca de un paño de esos con los que se limpian los cristales de las gafas. Veo como coloca la pantalla sobre el mostrador posterior y comienza a frotar la superficie y los laterales, muy minuciosamente. Cuando, al parecer, se cansa de buscar sale otra vez de nuevo y me pregunta cómo fue pagado el monitor, a lo cual le comento que con tarjeta. Es entonces cuando me dice que en realidad hacen falta 5 píxeles para considerarlo una avería y no sé qué más estupideces, a lo cual tengo que cortar su cháchara y explicarle que, según la garantía del fabricante, estoy dentro de plazo y en mi derecho de solicitar recambio inmediato.

El estúpido me mira con cara de odio, se ve que no se esperaba que supiese más que él al respecto y le haya jodido la excusa para no aceptarlo como fallo de hardware.

Suelo tener paciencia hasta que me tocan la moral, y a estas alturas la empezaba a tener un poco hinchada a lo cual el inepto decide seguir agravando la situación cuando me dice que me va a hacer un vale. Le digo que prefiero que me reintegre el importe, entrar a la tienda y, en caso de encontrar otro monitor que me interese, comprarlo o si no, irme a otro sitio. Estas palabras fueron el detonante de lo que vendría después.

Se ve que en Mierda Markt, que no son tontos pero sí unos sucios ladinos de mierda, tienen adoctrinados a sus peones para que eviten por todos los medios perder el dinero que ya han ingresado, así que toma de nuevo la pantalla, se la lleva otra vez a la parte de atrás y vuelve otra vez, paño en mano, a investigar y frotar.

Mi moral está a punto de sublimar de estado sólido a gaseoso, todo ello sin pasar por el estado líquido, cuando veo que le da la vuelta al monitor, empieza a frotar, se percata de algo y se acerca a un tío que adivino que es el encargado de la sección de devolución y éste niega rotundamente con la cabeza. El colega inepto se da la vuelta y sale de nuevo al mostrador de atención.

Maldito sicario. No le deseo mal, de verdad, es un pobre mandado que tiene que acatar órdenes al igual que un chapero alquila su culo, sólo que en este caso se lo chupa al encargado.

La siguiente conversación es tal que así:

-No te podemos hacer la devolución porque el producto no se encuentra en perfectas condiciones.

-¿Cómo dices?

-Que no te podemos hacer la devolución porque el producto no se encuentra en perfectas condiciones.

-Eso ya lo he oído, sólo quiero que me lo expliques

-Bueno… El producto ha sido usado…

-Obviamente porque si no, ¿cómo sabría que tiene un píxel muerto?

-Eeh, sí claro. La cuestión es que tiene unas manchas por este lateral, pero que no son nada, suciedad, supongo…

-Ahí había una pegatina.

-Sí, debe ser eso, eeh… La cuestión es que está arañada por aquí detrás.

-¿Qué?

Le da la vuelta al monitor y en el centro exacto de su parte posterior tiene un área de 5 centímetros cuadrados como si alguien hubiese arañado la superficie.

-Eso no he sido yo, porque el monitor ha salido de la caja, lo he probado y lo he vuelto a meter en la caja. Además, no ha contactado con la pared ni ninguna superficie áspera en ningún momento.

-Bueno, pero está rayado y sólo devolvemos si está en perfectas condiciones.

-¿Y a mí quién me asegura que no has sido tú ahí detrás mientras frotabas con el paño ese?

-No, te puedo asegurar que no he sido yo.

¿Sabes lo malo de estas situaciones? Que como no estoy acostumbrado a verme en ellas no tengo práctica y luego es cuando se me ocurren todas las cosas que le debería haber dicho al maldito estúpido que tenía frente a mí.

-Claro…

-Bueno, vamos a hacer una cosa, te lo tramito al servicio técnico y, si es una avería, te lo reemplazan por uno nuevo.

-Ajam.

-En un plazo de 30 días te llamamos para comentarte qué ha pasado.

-Ajam.

-Bueno, eeh, ¿me das tus datos?

En esos instantes le hubiese metido la mitad del monitor de canto y por el culo para luego hacer con la otra mitad lo mismo con el encargado. Era por ese exceso de adrenalina en mi torrente sanguíneo que sólo decía frases cortas, monosílabos o sonidos inconcluyentes. Tenía que haberle pedido la hoja de reclamaciones, lo sé, quizás montar el pollo un poco, hablar en un tono de voz más alto para armar escándalo, pero son cosas que te pasan por la cabeza cuando ya estás de camino en el coche, con los nudillos blancos de tanto apretar el volante.

Sólo tengo que decir dos cosas.

Al lameculos que me atendió, espero no tener que volverte a ver en ese mostrador la próxima vez que tenga que volver por Mierda Markt porque la situación que se va a dar en caso de que no me des la noticia que espero no se va a parecer en nada al día de hoy.

Al resto del populacho, mi consejo es no comprar en Mierda Markt ni en Saturtimo que, por si no lo sabías, son dos filiales de la misma empresa de ladrones, estafadores y tramposos.

Pensamiento del día

A veces después de una buena época viene otra mala, como si estuviésemos en deuda con la vida y ésta nos exigiese una devolución con intereses por todo lo que nos ha dado.

La buena suerte existe únicamente en nuestra mente; no hay buena ni mala suerte, tan sólo sucesos que ocurren por probabilidad y que nosotros interpretamos como favorables o desfavorables en función de nuestros intereses.

Las personas con más suerte son aquellas que saben aprovechar las oportunidades, que tienen capacidad para predecir las consecuencias de sus actos antes de llevarlos a cabo y que eligen las opciones más adecuadas.