Era sencillo

Mirando en tu corazón lo sabes, era sencillo. Como la lluvia para la semilla, fuiste hecha para mí, aunque las hiedras venenosas a veces crecen hasta en los jardines más cuidados. Si me preguntas de frente te puedo decir sin rodeos que adoraba tenerte cerca en aquellos días lluviosos. Me gustaba el tacto de tu mano, la manera en que no exigías nada más de mí.

Porque nuestro amor era sencillo, como el agua que se desliza sobre los cantos de la playa. Físicamente hablando, estábamos hechos para durar, pero mira ahora todos esos fragmentos de nuestro pasado. Allí están mis caricias en tus muslos, allá están tus dedos en mi espalda… Y ahora nos encontramos y nos besamos como la primera vez, sin aceptar nunca de este fin sin fin.

Era sencillo, pero nosotros no lo somos.

Tras los barrotes

Tras los barrotes

@Ugglytruth: Detrás de toda chica que es fría… complicada… cabrona… extraña o rara… hay una historia de amor que argumenta su comportamiento.

Hoy uno de mis contactos en el Facebook ha decidido publicar una frase algo similar a esta que acabo de citar y la verdad es que no he podido evitar que dentro de mi cabeza comenzasen a moverse los engranajes chirriando como una bandada de arpías aulladoras.

Hace ya tiempo que hablé acerca del locus de control y he de reconocer que poco a poco he ido modificando esa parte de mí volviéndome cada vez más un individuo introspectivo y de locus interno. Quizás es por eso que cuando veo una muestra flagrante, y hasta casi insultante, de un locus externo se disparan mis alarmas porque una experiencia amorosa pasada es una excusa demasiado barata como para justificar una forma de actuar.

Si eres una chica fría, complicada, cabrona, extraña o rara es porque ha sido tu decisión ser así. Fin de la historia.

Las experiencias, una vez ocurren, se quedan en el pasado, no se pueden alterar de ninguna manera; podríamos decir que son imposiciones que tenemos que aceptar queramos o no. Sin embargo, la manera de analizarlas y actuar en función de ellas es una opción de cada uno. Echarle la culpa de tu ineptitud a la hora de mantener relaciones sociales o interpersonales a una experiencia sentimental pretérita no hace más que demostrar tu incapacidad para adaptarte a los cambios.

Tal vez no has sido capaz de aceptar que una relación ha acabado o que tú tienes parte de responsabilidad en que haya llegado a su fin. Siempre es mucho más sencillo echar la culpa a los demás antes que pararse a pensar en qué ha hecho uno mismo para llegar a un determinado resultado. Además, lo que quiera que haya ocurrido sucedió con una determinada persona con unas características concretas, ¿por qué juzgar al resto como si se tratase de la misma persona?

Si eres una chica fría, complicada, cabrona, extraña o rara con alguien que no lo merece eres, además de todo eso, una injusta obcecada en su estupidez.

Todos somos los segundos platos de los primeros amores, es un hecho incontestable, pero nadie merece pagar los platos que ha roto alguien antes que nosotros. Es tan injusto como ser arrestado y juzgado por el robo a un banco que no has cometido simplemente porque entraste a ingresar dinero inmediatamente después de haber huido los criminales. No tiene sentido alguno.

¿Qué cantidad de responsabilidad recae sobre mí por los actos que cometió contra ti otra persona? ¿Acaso no te has parado a pensar en que tu forma de actuar conmigo va a influir directamente sobre la continuidad o no de la relación? ¿Sabes qué es una profecía autocumplida? Pues estás forjando una con tu actitud y, lo peor de todo, es que vas a conseguir reafirmarte en lo que piensas, tendrás tu refuerzo positivo y volverás de nuevo a esgrimir tus argumentos con la siguiente víctima de tu estupidez.

Si eres una chica fría, complicada, cabrona, extraña o rara acostúmbrate a la soledad, muy pocas personas estarán dispuestas a soportarte.

Tal vez te refugies detrás de esa actitud usando las típicas excusas de «no quiero que me vuelvan a hacer daño», «todos los tíos son unos hijos de puta», «yo es que soy así y a quien no le guste que se joda», y otros tantos ejemplos. Las corazas dan seguridad porque en cierta manera protegen de las agresiones externas pero casi nadie quiere estar con una persona enlatada porque estos métodos de protección tampoco permiten que desde su interior salga nada. Es más, serás una prisionera atrapada dentro de tu propia armadura.

El miedo, el odio o el rencor no son emociones saludables porque a menudo lo que provocan es que tomemos decisiones poco acertadas. Reúne el valor suficiente, haz un ejercicio de introspección, intenta plantearte qué puedes mejorar, actúa en consecuencia y seguramente recibirás mucho más a cambio.

Si eres una chica fría, complicada, cabrona, extraña o rara deja de serlo y verás cómo el mundo te corresponderá de distinta manera.

Pensamiento del día

Vendimiadora

El trabajo físico no es tan valorado como el intelectual aunque quizás el primero fatigue más.

Todo es sencillo si se tiene la suficiente experiencia.

Para muchas personas eres prescindible; no lo tomes como algo personal y te será mucho más fácil de aceptar.

Pensamiento del día

Asumir tu responsabilidad no va a solucionar el problema pero podrá parecer que es más sencillo.

A menudo no valoramos la importancia del momento hasta que ya ha pasado.

Quizás las conversaciones que en un principio parecen estúpidas son las que más información transmiten.

Perdedores y perdidos

FondeadoCuando hace algo más de un año publiqué Adiós, amor hubo quien me preguntó si es que para escribir algo así acaso me habría ido tan mal con mis relaciones o si yo era un perdedor. Mi respuesta era y sigue siendo la misma: ni lo uno ni lo otro. Una relación interpersonal, sea del tipo que sea, comienza pero nunca sabemos cuándo puede terminar; éste suele ser un hecho inevitable y tan sólo hay que aceptarlo. Las pérdidas son igualmente inevitables pero la manera que tenemos de enfrentarnos a ellas es una elección de cada uno.

Todos perdemos algo o a alguien a cada instante y, ciñéndonos a su definición, todos somos unos perdedores. Sin embargo, ¿por qué algunas personas sí son consideradas como tales y otras no? Las pérdidas no son más que cambios en el paradigma personal de cada uno y, lamentablemente no todos sabemos mantener la entereza. Un perdedor es alguien que ante un cambio trascendental de este tipo se desmorona, no es capaz de sobrellevarlo. Lo que lo convierte en un perdedor es su incapacidad para, una vez ha caído, volver a levantarse y continuar con su camino sin perderse a la deriva.

Es por eso por lo que no me considero en absoluto un perdedor, es más, creo que con los años me resulta mucho más sencillo aceptar las pérdidas con más o menos estoicismo, todo dependiendo de la situación. Por supuesto que siempre hay excepciones, como esos nefastos casos en los que la pérdida sobreviene cuando aún se guardan sentimientos intensos por la otra persona, pero son estos retos los que ponen realmente a prueba la fuerza de voluntad de cada uno.

La clave de todo reside en saber adaptarse a los cambios para no acabar perdido y siendo un perdedor.

La atracción por lo complicado

La bodega de La RecicladaEl ser humano es un animal un tanto extraño, no existe lugar a dudas sobre ello. Cuando algún problema se nos presenta ante nosotros y resulta ser realmente sencillo, insultantemente fácil de resolver, instintivamente se activa algún área cerebral que nos alerta gritando «esto es demasiado simple, no puede ser posible» y enseguida nos colocamos en posición de defensa. Secretamente anhelamos que fuese así, tal y como aparenta ser, pero la sospecha nos hace pensar en que tiene que haber alguna trampa.

Tenemos una apetencia enfermiza por aquello que es complicado, nos sentimos atraídos por todo aquello que es difícil y nos supone un esfuerzo, y hasta en ocasiones somos capaces de transformar algo relativamente simple en un auténtico rompecabezas por el patológico placer de ponernos a prueba. Muchos de nuestros mal llamados problemas son en realidad retos que un niño podría solucionar con su bendito sentido pragmático, una habilidad que con el paso de los años, y paradójicamente al contrario de lo que debería suceder teniendo en cuenta la supuesta adquisición de experiencia que deberíamos experimentar al ir creciendo, hemos ido perdiendo como en una especie de involución autoimpuesta.

¿Qué nos sucede? ¿Por qué no podemos tomar como normal y simplemente aceptar algo que se nos presenta como fácil? ¿Por qué tenemos que complicarlo todo? Tal vez sea una epidemia de hipocresía que a partir de cierta edad nos infecta a todos y hace que gritemos de rabia que deseamos que todo fuese mucho más fácil mientras por otra parte hacemos totalmente lo contrario. Tal vez sea verdad que lo que fácil llega también fácil se va, que mientras más dura sea la batalla más dulce será la victoria, no lo sé.

Tan sólo me gustaría que ciertas cosas fuesen más fáciles.