El valor de una mentira

EvidenciadorCuando tratamos a nuestros pacientes nos colocan en una posición un tanto comprometida a la hora de responder a sus preguntas. ¿Debemos ser rigurosos y asépticos? O por el contrario, ¿debemos modificar la información llegando en ocasiones a omitir ciertos aspectos y no ser fieles a la verdad? Es una decisión un tanto complicada porque, aunque soy de la opinión de informar sin sesgos, lo cierto es que en ocasiones siento que no debo ser así.

Por ejemplo, tengo una paciente de más de 90 años de edad, sin deterioro cognitivo y con secuelas de una intervención quirúrgica debido a una fractura de cadera. Es capaz de realizar la marcha únicamente en paralelas y de vez en cuando me suele preguntar «¿volveré a caminar?». Sé a lo que se refiere, ella desea volver a coger su andadora y pasearse de un lado a otro como más le plazca y yo sé que no lo va a volver a conseguir. Mi respuesta es siempre la misma: «¡pero si ya estás caminando!».

Ella nunca se queda contenta con mi respuesta, al igual que yo tampoco lo estoy. «Tú sabes a lo que yo me refiero, esto no es caminar» ha dicho en alguna ocasión con tono triste en su voz. «Estás todo el día sentada y aquí puedes ponerte de pie y andar al menos un rato. ¿No es eso caminar?» le contesto mientras le sonrío. Ella sonríe con melancolía mientras dice «es verdad, al menos puedo hacer esto» y sigue con sus ejercicios.

Quiero pensar que le doy ánimos para no dejar de perder el interés en, al menos, ponerse de pie un rato al día y darle algo de movimiento a sus piernas. Es lo que calma mi conciencia a pesar de no ser totalmente sincero con ella pero, ¿qué bien le haría decirle toda la verdad y nada más que la verdad?

Trabajar en el ámbito de la Geriatría tiene estos y otros momentos agridulces.

Claroscuros

La Fisioterapia, como el resto de Ciencias de la Salud, es una profesión vocacional. Lamentablemente, no existe un rasero objetivo que mida la vocación y sirva para filtrar los candidatos a comenzar los estudios. Tampoco existe ningún test psicotécnico que permita vetar la entrada a toda aquella persona con algún trastorno [sexual o psiquiátrico, por ejemplo]. No digo que haya que estar hecho de una pasta especial, sólo que realmente puedas y quieras trabajar estrechamente con personas e intentar ayudarlas en la medida de lo posible.

Sin embargo, y hablo desde mi punto de vista, sí que debemos desarrollar cierta capacidad de indiferencia respecto a nuestros pacientes. No quiero que mis palabras sean mal interpretadas, no hablo de tratar pedazos de carne, una prótesis de cadera, un EPOC o un retraso psicomotor, simplemente hablo de evitar en la medida de lo posible las implicaciones emocionales. No quiero ser el Dr. House de la Fisioterapia. Cada paciente es un sistema con multitud de variables intrínsecas y extrínsecas que, si no desarrollamos una membrana semipermeable, pueden afectarnos.

Cuando un amigo tiene un problema éste nos afecta, nos preocupamos, pero si esto es así es porque nuestra membrana semipermeable lo permite. Nuestros pacientes tienen problemas, que tienden a magnificar por su situación de enfermedad, y diez amigos al día con problemas son demasiadas preocupaciones para una sola persona, es decir, nosotros. Muchas veces somos «fisicólogos», un híbrido entre Fisioterapeuta y Psicólogo, pero debemos tener claro cuál es nuestra competencia y hablar lo justo y necesario.

Estamos ahí

beNada, aprovecho un momento de tranquilidad relativa en el trabajo para dar señales de vida en plan «eoo, estoy aquí, sigo vivo». Recientes acontecimientos en mi espacio-tiempo me han impedido usar los ratos libres que solía disponer para escribir boberías por estos lares:

  • Pacientes fuera de horas de trabajo en Ifara.
  • Servicio técnico para el ordenador de mi padre.
  • Viernes Santo [léase como patear durante todo el día en La Laguna y descalzo].
  • Salidas nocturnas hasta horas intempestivas.
  • Dormir 8 o más horas después de las salidas nocturnas.
  • Cierta rubia de ojos verdes con una inexplicable capacidad para abducirme con suma facilidad.
  • Diversos cumpleaños.
  • Una guitarra española que me sirve de base para ir aprendiendo a tocar este instrumento.
  • S.T.A.L.K.E.R.: Shadow of Chernobyl.

Así que por estos y otros motivos que no vienen a cuento mencionar, he dejado el blog un poco abandonado pero, siento decirlo, vale más la pena vivir las cosas que escribirlas. Bueno, sigo trabajando, ya nos vemos.

Trabajo, visitas y Risk

riskÚltimamente he estado algo ocupadillo y paro muy poco tiempo en mi casa, sólo para repostar combustible [comer] y dormir. Salgo del trabajo, almuerzo, voy a casa de doña [C], luego a casa de la abuela de [I] a tratar a su tía, después a la óptica, a continuación a mi casa, ceno y de ahí a casa de [J] a echarme unas partiditas al Risk. Al terminar vuelvo a mi casa, me acuesto y al día siguiente lo mismo.

Lo de la óptica es porque estaba haciendo unas pruebas para las lentillas, pero se ve que incluso con las que tienen características avanzadas como airbag de serie y cierre centralizado se me resecan demasiado los ojos, más incluso que con las antiguas. Supongo que tendré que ir al oftalmólogo para que me haga una prueba de lágrima a ver si segrego suficiente como para mantener hidratadas las lentillas.

Bueno, pues esta ha sido mi tónica desde la semana pasada que empecé de nuevo a trabajar. Por ahí pueden decir que es monótono, pero como hago lo que me gusta pues no me resulta tan pesado. Lo peor son las horas después del almuerzo, que justo entra la modorra cuando me tengo que ir otra vez. Es en esos momentos cuando tengo que echar mano de mi fuerza de voluntad para no irme a la cama a dormir.