Pensamiento del día

Muy pocas cosas son lo que parecen, tan sólo las obvias y precisamente porque no dejan lugar a dudas.

Las almohadas guardan nuestros secretos cada noche; afortunadamente, aunque quisieran, no pueden hablar.

Recuerda mantener tu corazón caliente y tu cabeza fría, e intenta usarlos de manera inteligente.

Pensamiento del día

Algunas pérdidas son inevitables.

Algunas personas no están en absoluto capacitadas para tratar con otras personas.

Las amenazas no son más que ejemplos de la debilidad de ciertas mentes que se sienten superadas cognitivamente por el resto.

Pensamiento del día

La libertad es una ilusión, todos somos esclavos.

Puede que no hayas usado algo durante años y sin embargo puedes ser capaz de encontrar resultados en tu búsqueda como si tuvieses un pequeño Google en tu mente.

A veces pienso que la prensa rosa no es más que otra forma de terapia para esos pacientes de los que no se sabe si son los únicos que no pueden darse el lujo de pagar por el uso de su propia vida.

Pensamientos apócrifos

A veces logramos encontrar un lugar donde poder echar una mirada hacia nuestro interior y es entonces cuando afloran hacia la superficie multitud de ideas que quizás llevaban demasiado tiempo bajo las densas aguas del pensamiento racional.

Uno de los mayores errores del ser humano es pensar que el corazón, tratándose de un músculo involuntario, es el responsable de las emociones. ¿Por qué no un bíceps o un cuádriceps? Esta idea surge debido a que cuando recibimos algún tipo de información con una gran carga emocional se produce en nuestro pecho una punzada, a menudo dolorosa, que interpretamos como una herida en nuestro corazón. No es más que una contracción violenta cuyo origen se encuentra en otro lugar.

Las emociones y los sentimientos tan sólo se encuentran en nuestra mente y pueden llegar a ser tan poderosos como para influir directamente sobre el funcionamiento de otros órganos de nuestro cuerpo como, por ejemplo, el propio corazón. Es una idea romántica el considerar a este órgano como motor de la vida y de las emociones, pero nada más allá de los versos de amor y tristeza. Bombear sangre a todo nuestro cuerpo es un trabajo suficientemente intenso como para andar preocupándose de otros menesteres.

Se trata de una mentira, piadosa o no, pero nada más. Como en todo, hay quien sabe mentir mejor y peor. No me gustan las personas mentirosas pero confieso que en ciertos aspectos admito que hacen gala de una gran memoria ya que deben recordar todos los detalles de la verdad y, además, aquellos detalles concernientes a su mentira. Por si esto no resultase suficientemente complicado, además tienen capacidad para hacer creer en su falsa veracidad.

No importa lo grande que sea la mentira sino lo bien que logres aparentar que se trata de una verdad. Esta es la máxima en este mundo de apariencias en el que muy pocas cosas son realmente ciertas salvo las pérdidas. Es algo que nos une, independientemente de nuestras diferencias, todos perdemos algo en nuestra vida. En ocasiones ocurren más a menudo de lo que desearíamos y casi siempre son tomadas como acontecimientos negativos. La clave radica en la capacidad personal de interpretarlas como nuevas oportunidades que surgen para marcarnos nuevas metas a alcanzar.

¿Quiénes somos? Podríamos afirmar que somos ese conjunto de creencias que cada individuo ha creado sobre sí mismo, y es verdad, pero además de esa propia imagen que hemos forjado sobre nosotros mismos también somos todas esas imágenes que cada persona que conocemos ha construido sobre nosotros. Soy un hombre de fuertes convicciones y hay muy pocas personas que me importen lo suficiente como para que la imagen que han formado sobre mí me preocupe pero, afortunadamente, no todo el mundo es igual.

Creo que esas personas que aparentan son las que más preocupadas están por esa imagen externa que existe sobre ellas ya que, al fin y al cabo, su mundo se basa en reflejos sobre máscaras de porcelana, maquillaje emocional, materialismo superfluo y capacidad de mimetismo. En realidad estas personas despiertan cierta lástima ya que su autoestima depende directamente del juicio de los demás. Además, obligarse a no ser uno mismo muestra una actitud vacía y triste ante la vida y las relaciones interpersonales. Personalmente prefiero ser odiado por ser quien soy que ser querido por aquello que aparento ser.

Hace tiempo, y basándome en la experiencia, sostenía que existen personas que no están preparadas para mantener una relación de pareja pero una vez más me equivocaba en mi razonamiento. Todo el mundo está preparado para tener pareja, tan sólo es cuestión de encontrar a alguien compatible, alguien afín a tus intereses, a tu forma de pensar y actuar. La confianza en uno mismo es fundamental, creer en las propias posibilidades, esperar lo mejor y prepararse para lo peor.

No son más que pensamientos apócrifos, estos pensamientos y más se encuentran en Adiós, amor.

Recuerdos fragmentados

Resulta extraño a la par que desconcertante el funcionamiento de la mente humana. El hecho de que para una máquina sea tan difícil entender cómo es su propio funcionamiento da una idea de lo limitado que es nuestro cerebro para conocerse a sí mismo. Durante la última semana he tenido sueños extraños no por su contenido sino por lo esclarecedores que han sido respecto a mis propios pensamientos y recuerdos.

De hecho, aún ahora me detengo e intento traer desde el fondo de mi memoria recuerdos que sé que están ahí, detrás de aquel cuadro del museo Van Gogh, debajo de aquella cama con olor a vainilla o junto al ojo de buey de la pared.

Son recuerdos fragmentados, recuerdo unos labios carnosos que rozan los míos, un pelo corto y una nuca de piel pálida y suave, unas piernas bajo una falda azul celeste, unas esclavas de color marrón en verano, una peculiar mancha en el iris, unos pechos turgentes, unos pies con las uñas pintadas de color morado, una voz con acento peninsular que me habla, una toalla blanca enrollada en el pelo, un camisón de color dorado, un sujetador negro con encaje…

Tengo todas esas imágenes impregnadas en algún lugar de mi mente, tan fidedignas como una instantánea que congela el espacio y el tiempo. Cada fotografía corresponde a alguna persona, pero no soy capaz de reconstruir a ninguna completamente. No recuerdo cómo era su voz, no encuentro su olor por ninguna parte, se ha perdido su cara entre tantas fotografías… ¿Tenía los ojos de este color u otro? ¿Era así de alta o quizás un poco más baja? ¿Realmente era así o más delgada?

Sólo poseo pequeñas pinceladas que apenas forman en el lienzo una pintura al óleo inacabada, retratos inconclusos de las modelos que han posado para mí en los que se entremezclan vívidos detalles con zonas difuminadas.

Episodio transitorio de enajenación

MindAhora mismo estoy sufriendo [o al menos tengo la impresión] nistagmus. Esto es, movimientos involuntarios de los globos oculares, que en mi caso son horizontales. ¡Vaya! Ahora acabo de experimentar una sensación de lo que yo denomino vértigo de profundidad [ese efecto óptico que suelen usar en las películas cuando un pasillo parece encogerse pero a la vez alargarse, acercándose las paredes a los lados pero alejándose el final del mismo]. ¿Qué demonios me está pasando? ¿La falta de sueño me está pasando factura después de «sólo» dos días de madrugones a las 5:30 de la mañana y acostarme a las 23:00?