Pensamiento del día

Algunas personas parece que brillasen por sí mismas; otras sin embargo basan su resplandor en cuánta luz pueden reflejar.

La vida es un camino cuyo placer no reside simplemente en ser recorrido.

Cuando decimos que algo o alguien «no vale la pena» en realidad se trata de un eufemismo que implica que ese algo o alguien provoca en nosotros tristeza y, debido a esto, no nos compensa ni el tiempo ni el esfuerzo que invertimos; en estos casos más valdría echar mano de la indiferencia y orientar nuestro interés hacia otros menesteres.

Pensamiento del día

«Cambios de humor bruscos y repentinos» es un eufemismo tras el que se esconden los bipolares.

A veces ser verdaderamente fuerte consiste en ser capaz de perdonar a aquellos que nos han decepcionado.

¿A dónde van las gotas de agua de la clepsidra? ¿A dónde van los granos de arena del reloj? Probablemente al mismo lugar a donde se van los besos que no damos.

Cuestión de exigencias

MosaicosEl otro día me dijeron una frase que me ha dado que pensar y era algo así como «no estás en condición de exigir». La verdad, como eufemismo para decirme suavemente «eres feo» no está nada mal, pero no es esto lo que me produjo cierta urticaria mental pues es un reflejo de la realidad. Mi carrera como modelo se ha visto truncada por mi falta de afeitado diario, corte y peinado de pelo planchado, odio racional contra la depilación corporal y las distintas cicatrices que pueblan mi piel.

No, no ha sido ese alarde de sinceridad respecto a mi belleza sino la falacia lógica de «si no eres X / eres Y, no puedes exigir» teniendo en cuenta que X <-/-> Y. Vamos a ver, no se le puede exigir a un inconformista por diseño que abandone de buenas a primeras sus requisitos establecidos y pase a ser un pelele que orgulloso agradece el premio de mierda que le ha tocado en la tómbola. No, algunas cosas no cambian.

Hay que entender que la exigencia no es un derecho sino que es una elección y, por eso mismo, no está sujeta a deberes que la condicionen. Siempre he pensado que el grado de exigencia que mantenemos con las cosas y, por extensión, con las personas, es directamente proporcional a la inteligencia de cada uno. Alguien inteligente, por definición, debe poseer además algo del espíritu inconformista, así que no se puede satisfacer con cualquier cosa simplemente porque sabe lo que quiere y lo que no.

Alguien que hace concesiones continuamente respecto a sus gustos o deseos hace gala de una convicción débil y una labilidad denodada, es poco inteligente y muy conformista. Por otra parte, al igual que ocurre con la escala de dureza de Mohs, alguien que no cesa en su empeño y no es capaz de adaptar sus condiciones será más proclive a la fragilidad, esto es, frustración y soledad. Exigir está bien, siempre que se mantenga dentro de los límites de la realidad y la probabilidad de consecución se encuentre dentro de lo humanamente posible.

Siempre estamos comparando variables con nuestro sistema de referencia para saber en qué lugar del eje de coordenadas podemos ubicarlas y si se encuentran o no dentro del dominio de nuestras campanas de Gauss particulares. Este es nuestro funcionamiento interno; es el último y único juez que dicta sentencia sobre lo que nos gusta o nos desagrada, luego la exigencia es inherente pues marca el límite de nuestros gustos; la frontera entre lo deseado y lo que queremos evitar; lo que despierta en nosotros interés o, por el contrario, aversión; la conditio sine qua non.

La exigencia es lo que nos permite cribar lo deseable de lo que no lo es, marcar objetivos para alcanzar o minimizar en cierta medida las probabilidades de perder el tiempo esperando recibir lo que no está disponible. La virtud se halla en saber ser selectivo y discernir cuándo ser exigente y cuándo ser permisivo.

Pensamiento del día

No te cierres en pensar «por qué»; piensa «por qué no» y actúa en consecuencia.

Cuando el verano termina y el otoño comienza las ruedas del destino empiezan a girar; lástima que yo no crea en él.

«Hacerse de rogar» es el eufemismo que usan los estúpidos para denominar a esa falsa sensación de control con la que tratan de alimentar su ego.

Pensamiento del día

¿Qué diferencia existe entre «hacer el amor» y «follar»? Yo creo que el primero no es más que un eufemismo del segundo porque, al fin y al cabo, en ambos casos se realiza el mismo ejercicio físico… Normalmente se intenta establecer una diferencia no en el acto en sí mismo sino en la carga sentimental que, supuestamente, existe en el primer caso y no en el segundo. Yo creo que son pamplinas, creo que la única diferencia es que la expresión «follar» es más vulgar y no suena tan bonita como «hacer el amor», nada más.

Me gusta tener momentos de aburrimiento porque de esa manera puedo buscar actividades para ocupar mi tiempo. Son esos instantes en los que los engranajes de la mente comienzan a moverse y surgen nuevas ideas, inquietudes, proyectos y objetivos a alcanzar. También son oportunidades para realizar una introspección, mantener diálogos internos, revisar la memoria y analizar los datos. Otras veces, como si se tratase de un estado de consciencia alterado, percibo la realidad que me rodea de una manera distinta, sus sonidos, olores, formas y colores. Luego, saco mis conclusiones, me vuelvo a aburrir y vuelta a empezar.

La ironía es una figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice. El sarcasmo es también una figura retórica pero consiste en emplear la burla sangrienta, una ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo. La única diferencia entre ambos conceptos es la intención del interlocutor, de hecho hay quien sostiene que el sarcasmo es la forma verbal de la ironía, pero sería entrar en discusiones que no llevarían a ninguna conclusión. La cuestión es que de manera coloquial se suelen usar indistintamente ambos términos a pesar de ser dos palabras con distintas acepciones en el Diccionario de la Lengua Española.