Feliz Sin Valentín (y II)

Lo he estado pensando mejor y, aún a pesar de posiblemente caer en la contradicción, creo que he dado con el regalo perfecto para el día de San Valentín: una patata, lo que pasa es que como soy canario por estas tierras llamamos a esos tubérculos «papa«. Tal vez haya quien piense que se trata de una broma, pero a continuación daré mis argumentos para tal afirmación.

Hay quien regala flores en esta fecha, rosas probablemente. Las rosas existen para ser bonitas pero no son muy útiles más allá de su belleza, simplemente están por ahí en un jarrón y, aunque las pongas en agua, probablemente se marchiten y mueran en un corto espacio de tiempo. Por eso, como símbolo del amor no cumple muy bien su cometido porque es como decir «mi amor por ti es transitorio y basado únicamente en tu apariencia».

Sin embargo, una papa no es que sea especialmente bonita pero es muy útil porque te sirve para cocinarla de muchas formas distintas y sabes que si la comes te alimentará. Además, por si fuera poco, una papa aguanta muchísimo más tiempo que las rosas sin estropearse. De hecho, si la dejas olvidada en el saco en lugar de pudrirse comienzan a salir raíces de ella. Ya sólo por eso la convierte en un buen símbolo, pero hay más: incluso la puedes utilizar para fabricar una pila con ella. Por eso, simboliza mucho mejor los ideales de una relación y del amor, dejando bien claro que lo más importante no es el aspecto sino la persona en su conjunto porque es como decir «existen muchas maneras en las que puedo demostrar mi amor por ti y no me importa si cambia tu exterior porque te seguiré queriendo».

No obstante, parece ser que en el día de San Valentín la gente necesita ver que la otra persona está alegremente dispuesta a prenderle fuego a su cartera y gastarse el dinero en algún regalo bonito pero inservible.

Hay personas que son como las rosas, poseen belleza exterior pero necesitan muchos cuidados y esperan admiración por mantenerse florecidas. Sin embargo, no importa lo que hagas porque tarde o temprano la belleza desaparece y te encontrarás con algo marchito en lo que has gastado demasiado dinero.

Otras personas, sin embargo, se parecen a las papas porque puede que posean belleza exterior pero su atractivo se basa precisamente en que son prácticas, son útiles, lógicas y, a pesar de todos los problemas, pueden germinar echando raíces con las que podrán crecer.

Ya sabes, cuando te acerques al mercado decide bien qué vas a comprar.

Argh…

Y pensar que yo estuve ahí… Antes de avergonzaba pero es que ahora me dan arcadas, sólo con imaginar los que han pasado por ahí antes y después que yo. No sé en qué demonios estaba pensando, es más, no sé si pensaba en aquellos momentos. Como diría Vicente Aro con esa voz de whiskero fumador, «¡Qué bonito! ¡Qué assssco!«.